A lo largo de nuestra vida, luego de conocer a Cristo y aceptarlo como nuestros Salvador, Dios coloca en nuestro camino diferentes personas que nos enseñan, que nos corrigen y que son de ejemplo o inspiración para nuestras vidas.
Pero, en ocasiones, estas personas toman un protagonismo que puede llegar a eclipsar la figura de Jesús como Salvador y como el único Intermediario o Mediador entre Dios y la humanidad.
Debemos reconocer, honrar y respetar a nuestros pastores y líderes, porque la Biblia nos enseña a hacerlo y es lo que corresponde.
Sin su sacrificio y vocación es probable que hubiéramos fallado en muchos pasos de nuestro camino, puede que no tuviéramos el consuelo o el consejo necesario para nuestros matrimonios o nuestros hijos.
Pero centrémonos en Cristo, no en un líder que admiramos y seguimos ciegamente. La Biblia nos dice que examinemos todo y retengamos lo bueno.
Muchas personas han sido lastimadas por ser hijos de un pastor en lugar de ser un hijo de Dios.
Miremos nuestra vida, ¿A quién seguimos realmente?
“Señor, guíame a reconocer, seguir y respetar a nuestros pastores y a no dejarnos llevar por los que no vienen de tu parte”.