No me refiero a los rollos que uno quiere perder para el verano y que en invierno intenta tapar con ropa. No, esos quizá queden ahí por un tiempo más. Cuando digo “rollo” estoy usando el lenguaje de las Escrituras para referirse a sí misma. ¡Ah! ¡Ese rollo sí! ¡Lo quiero en mi vida!
La historia es la del rey Josías, los reyes anteriores habían olvidado el contenido de los rollos hasta tal punto que los pergaminos se pierden y nadie se da cuenta de ello. Luego llega al trono Josías, con ocho añitos. La reina madre y el consejo de ancianos siguen esa línea de “hacer lo malo ante los ojos de Jehová”, pero cuando Josías crece y toma el poder, aparta un dinero para la reconstrucción del templo y allí encuentran el libro de la ley.
Me emociona leer el impacto que este hallazgo hace en el joven rey. 2 Reyes 22:11-13 (TLA) dice que “fue tanta su tristeza y angustia, que rompió su ropa” y prosigue: “Vayan a consultar a Dios para que sepamos qué debemos hacer en cuanto a lo que dice este libro. ¡Dios debe estar furioso con nosotros, pues nuestros antepasados no obedecieron lo que está escrito aquí!”
El templo fue destruido y con él la vida espiritual. Pero este joven gobernante decidió restaurar la situación:
1. Escuchó el libro del Pacto y tomó decisiones conforme a sus enseñanzas (2 Reyes 23:2). Lo primero que hizo fue escuchar la lectura de parte de su secretario, allí se dio cuenta que tenía los principios para ordenar su reino, él mismo se compromete delante del pueblo a cumplir con lo que la Escritura pedía y para eso pidió una limpieza en el templo, hizo destruir todos los altares y estatuas paganas. Expulsó a los sacerdotes que los reyes anteriores habían nombrado para quemar incienso en honor a otros dioses y así comenzó una limpieza extraordinaria para restituirle el trono al Dios de Israel. Incluso se metió en los hogares: “Destruyó todos los ídolos, incluso los ídolos familiares” (v. 24 TLA). Es decir, la drástica limpieza era necesaria para poder recuperar el espacio donde se adoraba a Dios. ¿Se imaginan todas las críticas que habrá recibido Josías?
2. Restituyó la adoración pública (2 Reyes 23:21-23). Una vez que el templo estuvo en condiciones y los hogares lograron deshacerse de sus ídolos, Josías pidió celebrar la Pascua en Jerusalén. Sí, ya se, el templo físico no hace a la adoración, pero pensémoslo desde nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestra familia, el hecho de poner en orden esa intimidad para poder levantar manos santas en el templo. Se guiaron por lo que el libro decía porque ya nadie recordaba cómo hacerlo. Imagínense que ni siquiera se estaban contando las historias de forma familiar, todos habían olvidado por qué se celebraba la Pascua, algunos ni siquiera sabían que era la Pascua. El pueblo de Israel había olvidado la palabra de Dios y eso los alejó de sus propósitos reales. Así que mi pregunta para ti es: ¿Dónde perdiste el rollo? ¿Cuánto hace que no lees la Biblia? ¿Cuánto hace que vives quejándote y no recuerdas las promesas que Dios te hizo? ¿Cuánto hace que te finges sordera ante lo que Dios intenta decirte? Quien se encuentra con la Palabra de Dios, recupera su vida.
“Querido Dios, necesito, cada día, renovar mi adoración y mi culto a ti. Que el paso del tiempo no atente contra mi relación cotidiana contigo”.