¿Alguna vez has sentido que estás en una eterna espera? A veces esperamos respuestas, soluciones, direcciones o simplemente un cambio en nuestras circunstancias. En esos momentos de incertidumbre, es fácil sentirnos frustrados o desilusionados, pero ¿y si te dijera que hay una forma de abrazar la espera y encontrar paz en medio de ella? Te invito a explorar los tiempos de espera en Dios y así aprender a confiar en Su plan incluso en los momentos en que parece que nada está sucediendo.
En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos esperando algo. Esperamos en la fila del supermercado, esperamos el autobús, esperamos una respuesta a un mensaje de texto. Pero ¿qué ocurre cuando nos encontramos esperando algo más grande en nuestra vida? Esperamos respuestas a nuestras oraciones, esperamos por una dirección clara, esperamos por un cambio en nuestras circunstancias. Los tiempos de espera pueden ser desafiantes y agotadores, pero en esos momentos, es importante recordar que Dios tiene un plan perfecto para nuestra vida.
La Biblia está llena de historias de personas que tuvieron que esperar en Dios. Uno de los ejemplos más destacados es el personaje bíblico José. Fue vendido como esclavo por sus propios hermanos, pasó años en prisión injustamente y parecía que su vida estaba llena de retrasos y dificultades. Sin embargo, al final, José pudo ver cómo Dios usó todas esas pruebas y tiempos de espera para cumplir Su propósito: salvar a su familia y a todo un pueblo de la hambruna.
Otro ejemplo poderoso es el de David quien, siendo ungido como rey por Samuel, tuvo que esperar años antes de asumir el trono. En ese tiempo de espera, David fue perseguido por el rey Saúl e incluso tuvo oportunidades de vengarse, pero decidió confiar en el plan de Dios y esperar en Él. Fue durante esa espera que David aprendió a depender completamente de Dios y a fortalecer su relación con Él.
La historia de Abraham y Sara también es un testimonio asombroso de cómo Dios puede trabajar en medio de los tiempos de espera. Abraham y Sara esperaron durante décadas para ver el cumplimiento de la promesa que Dios les había dado: tener un hijo. En su impaciencia, intentaron tomar el asunto en sus propias manos y Sara dio a luz a Ismael mediante su sierva Agar. Sin embargo, fue en el tiempo designado por Dios que Isaac fue finalmente concebido y, a través de él, se cumplió la promesa.
Incluso Jesús mismo, en su ministerio terrenal, fue sometido a tiempos de espera. Él esperó treinta años antes de comenzar su ministerio público. Durante ese tiempo, creció en sabiduría y madurez, preparándose para el cumplimiento del propósito por el cual había venido a la tierra.
Entonces, ¿qué podemos aprender de estas historias? Antes que nada, debemos recordar que los tiempos de espera en Dios no son en vano. Dios tiene un plan perfecto y el tiempo de espera nos permite crecer en carácter, fortaleza y confianza en Él. Además, debemos recordar que Dios nunca llega tarde, siempre llega a tiempo. Su plan es perfecto y se despliega en el momento exacto que Él ha determinado.
Como seres humanos imperfectos y limitados, generalmente vemos apenas el “ahora”, pero Dios ve el antes y el después. Personalmente, en más de una ocasión al mirar hacia atrás el camino recorrido pude exclamar: “¡Ah… Dios sabía mejor! ¡Con razón esto… y aquello…!” Es que en el momento de la prueba no podía reconocer lo que Dios estaba haciendo…
Podemos encontrar consuelo y aliento en los pasajes bíblicos que hablan sobre los tiempos de espera en Dios. En Salmos 27:14, el salmista nos exhorta: “Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. ¡Sí, espera al Señor!” También en Isaías 40:31 se nos dice: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
En conclusión, los tiempos de espera en Dios pueden ser desafiantes, pero también son oportunidades para crecer, aprender y confiar en Su plan. A través de las historias bíblicas y los pasajes mencionados, podemos encontrar consuelo y fortaleza en medio de la espera. Recordemos que Dios siempre cumple Sus promesas en el tiempo perfecto y que podemos confiar en que Su plan es el mejor para nuestra vida. Mantengamos la fe y la confianza en Él mientras esperamos y veremos cómo Él obra de manera poderosa en nuestras vidas.
“Señor, te pido perdón por mi impaciencia, mi intolerancia y mi desesperación. Ayúdame a entender que tus planes son mil veces mejores que los míos. En este momento tomo la decisión de aferrarme a tus promesas, confiar en tu cuidado y esperar el tiempo correcto para el cumplimiento de lo que prometiste. En el nombre de Cristo Jesús”.
Esperar, algo que debo de aprender para poder recibir las bendiciones que vienen de lo alto, para mi es muy complicado soltar el control de mi vida y dejarse lo por completo a Dios, pero si no aprendo a esperar en Dios no podría decir que tengo fe en el, y para tener fe en algo que no puedo ver debo de tener una relación estrecha con mi creador, un mensaje que a llenado mi vida porque es un llamado a todos nosotros para recordar que Dios siempre mucho mejores planes para nuestra vida que nosotros mismos.