Este título es la declaración de una verdad bíblica. Por lo tanto, ya estamos avisados: los sufrimientos tienen la capacidad de producir en nosotros resistencia. De ahí en más se produce un efecto dominó en donde la resistencia produce un carácter aprobado y este produce esperanza.
Esta es una confirmación directa de la Palabra de Dios, por esto debemos enfrentar los sufrimientos como oportunidades de crecimiento. La versión Reina Valera Contemporánea de La Palabra de Dios dice: “Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en los sufrimientos, porque sabemos que los sufrimientos producen resistencia, la resistencia produce un carácter aprobado, y el carácter aprobado produce esperanza” (Romanos 5:3-4).
La palabra original para resistencia se traduce también como paciencia, constancia o perseverancia. La definición hace referencia a resistencia o aguante alegre (1). Pero sea cual sea la variable, Dios nos quiere poner en ventaja frente a las dificultades.
Existe un término para designar esa fortaleza que emerge ante las dificultades, el desorden y el estrés: la antifragilidad. Esta expresión fue propuesta por el investigador Nassim Taleb (2) y se refiere a reconocer las dificultades como momentos de formación y aprendizaje.
La antifragilidad es estar prevenidos ante los imprevistos, pero además es mejorar y fortalecerse al estar expuestos a conflictos. Una persona antifrágil mejora en los sufrimientos, encara los desafíos y los caminos inexplorados con hambre de victorias futuras, conoce la fragilidad y elabora una toma de decisiones inteligentes. En este sentido, la Palabra de Dios dice que no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma (Hebreos 10:39).
Dios nos ha dotado con capacidades que debemos estimular y que nos deben nutrir. Cada batalla es una oportunidad de victoria, “de apagar fuegos impetuosos, de evitar filo de espada, de sacar fuerzas de la debilidad, de hacernos fuertes en batalla y poner en fuga ejércitos” (Hebreos 11:34). Se trata de un efecto dominó con la esperanza de logros futuros.
Ya estamos avisados. Ahora debemos vestirnos de toda la armadura de Dios, para hacer frente a las asechanzas del diablo (Efesios 6:11). El Señor es quien adiestra nuestras manos para la batalla y nuestros dedos para la guerra (Salmo 18:34, 144:1), para afrontar como soldados de Jesucristo la buena batalla de la fe.
Ya estamos avisados. Nuestra próxima batalla la debemos enfrentar con esperanza de victoria.
“Señor, te agradezco porque somos más que vencedores. Ayúdame a enfrentar la próxima dificultad con entendimiento y sabiduría. Gracias porque tengo la victoria asegurada por tu gracia y misericordia”.
(1) Strong, James. Diccionario Strong de Palabras Originales del Antiguo y Nuevo Testamento. Nashville, TN—Miami, FL, EE.UU.: Editorial Caribe, Inc., 2002, p 220.
(2) Nassim Nicholas Taleb. Antifragil, las cosas que se benefician del desorden. Barcelona: Paidós, 2013.