Cuando Jesús ascendió a los cielos y los discípulos quedaron con su designación en sus vidas, parte del gran de desafío del evangelio estaba ligado a estos interrogantes. ¿Y ahora quién es el Jefe? ¿Cómo nos organizamos? y ¿Qué enseñamos? La persecución, el crecimiento de un movimiento hereje en el primer siglo, aceleraba estas preocupaciones que amenazaban la tarea de los discípulos, llevar el evangelio a todo el mundo.
En primer lugar tenemos que hablar que mientras estaba Jesús en la tierra, mucho estaba organizado por Él. Sus discípulos aprendieron a conocerlo y saber que si Él estaba presente o acompañándolos, todo iba a salir bien. Pero en esta ocasión, ellos estaban a cargo de la misión en la tierra. Y el primer obstáculo son estos interrogantes que mencionamos en el principio y el movimiento gnóstico, que traían consigo un dolor de cabeza para el crecimiento del evangelio.
El primer escrito por parte de la iglesia para poder ayudar a cimentar las bases del evangelio fue la Didache. Un documento histórico, escrito por los padres apostólicos. Y en este documento oportuno y sagrado, estaban una serie de consejos, dignos del contexto que se estaba viviendo. Este, estaba dividido en dos partes. La primera parte habla de dos caminos, el camino del bien y del mal y las consecuencias de cada uno de ellos. Podríamos relacionar estos escritos con parte de lo que dice el Salmo 1, que habla de las bienaventuranzas del justo. Y esas bienaventuranzas están o se cumplen por no hacer los que otros hacen.
La segunda parte de la didache, tiene que ver con las organizaciones litúrgicas, con las maneras, las sugerencias para poder llevarlo adelante, teniendo en cuenta recomendaciones sagradas.
El orden y la organización de la iglesia, comenzó con muchas dificultades, según el análisis humano. La primera parte de historia de la iglesia, fueron tiempos de persecución, de dolor, de sufrimiento, de lucha. Aquellos que se quedaron firmes en sus convicciones de fe. Muchos pasaron a la inmortalidad ofrendado su vida a la propagación del evangelio. Y esto ayudó a que otros conozcan la razón de ese amor por Jesucristo. El desorden santo que generó la primera parte de la historia de la iglesia, reorganizó muchas cuestiones políticas y espirituales.
Hay dos caminos que nos acompañan a los largo de la historia. Y que en ellos tenemos dos experiencias totalmente diferentes. Uno, quizás algunos ya lo hemos experimentado, un camino de motivaciones incorrectas y por ende resultados que no nos llevan a ninguna parte. El otro camino, en donde hoy transitamos diariamente, en donde somos desafiados constantemente. Aquí, a veces no la pasamos bien. Es donde somos cuestionados, criticados, acechados. Pero qué lindo es saber que la voluntad de nuestro Padre es responsabilidad para toda la eternidad. Y Él, en medio de nuestro transitar, nos acompaña siempre. Sin dejar nuestras huellas en soledad.
“Querido Dios: siempre quiero elegir tu camino, mis intenciones son siempre poder agradarte, amarte, servirte. Pero a veces, suelo elegir mal, comportarme como no se debe. Perdóname, ayúdame a ser como te gustaría que sea. Quiero ser más como Tú. Ayúdame”.