Quisiera compartir algunos consejos prácticos para acercarnos diariamente a la Palabra:
1. Acércate todos los días a la Palabra. Algunos han enfatizado el hecho que sea por la mañana. En realidad, poco importa el momento exacto. Mucho importa que sea llevado a cabo. Algunos expertos explican que en 21 días puede instalarse una costumbre en nuestra vida, en 30 días esa costumbre puede transformarse en un hábito, para que, en 66 días, concluya siendo un estilo de vida.
2. Utiliza distintas versiones de la Biblia para poder entender y potenciar el sentido del texto. Es increíble la cantidad de recursos con los que contamos en la actualidad para estudiar la Palabra. Suelo utilizar en los grupos de estudio bíblico distintas versiones de la Palabra, comparar unas con otras, y de esta manera poder entender y potenciar el sentido del texto. Suelo utilizar especialmente tres: la Reina Valera 1960, la NTV y la versión del lenguaje sencillo.
3. Busca un programa para estudiar sistemáticamente la Palabra. Hoy como nunca antes contamos con infinitos recursos para estudiar la Palabra, y sin movernos de casa. Seminarios en línea, cursos en línea, bibliografía acerca del texto bíblico, etc.
4. Memoriza la Palabra. Si algo recuerdo de mi infancia en la escuela dominical, es que debíamos memorizar un versículo bíblico de un domingo para el otro. Algunos de ellos, los recuerdo hasta el día de hoy. ¿Para qué memorizar? ¿Como un medio o un fin en sí mismo? George Verwer, fundador del movimiento Operación Movilización, describe en su libro “No vuelvas atrás”, una historia que puede dar respuesta a esta pregunta.
Cuenta que una niña, que vivía a la vera del río, iba con una canasta de mimbre a recoger agua para llevar a su casa. Llenaba la canasta con líquido y como es evidente, cuando llegaba a la casa, la canasta estaba vacía, ya que el agua se había perdido por el camino. Un hombre del pueblo, un tanto burlón, comenzó a reírse al observarla. Le dijo: ¿No te das cuenta de que nunca vas a poder retener agua en la canasta, ya que la pierdes por el camino? A lo que la niña le contestó: Si retengo o no mucha agua no interesa. Lo más importante es que la canasta está limpia, muy limpia.
Memorizamos la Palabra, no tanto para acumular información, sino para que nuestra mente se mantenga limpia.
Concluyo pensando que el rey David nos dice en los Salmos que, al obedecer la Palabra, obtengo gran galardón. Santiago me dice que, al obedecerla, soy feliz en todo lo que hago. ¿Qué estaré esperando para sumergirme en la Palabra?
“Querido Dios, qué lindo que es saber que, sumergiéndome en la lectura de tu Palabra, puedo encontrar una respuesta a cada pregunta de mi vida. Ayúdame a que diariamente tenga un tiempo para dedicarle y comprender, día a día, tus planes para mi vida”.