La pornografía se ha expandido a cada rincón del planeta y ahora más que nunca es más accesible a menores de edad. Es importante recalcar que la pornografía produce efectos negativos en nuestras vidas y tú, como padre debes tomar en cuenta varias cosas.
Daños psicológicos
La persona consumidora de este tipo de material (audiovisual, textual, imágenes) tiende a tener daños psicológicos a largo plazo. Este tipo de daños son mucho más deteriorantes a jóvenes y menores de edad.
Persona relegada
Después de haber consumido este tipo de material, busca la manera, el momento exacto para estar solo, apartado de los demás, simplemente para un momento que no beneficia en lo absoluto.
Una mentalidad dañada
Llegas a un punto donde tu mente está tan dañada que te es imposible convivir con tus amigos, pues el daño que ha hecho la pornografía en ti es demasiado y no sabes cómo salir. Tratas de convivir, pero algo te dice que no lo hagas, que vuelvas y te sigas dañando como lo estabas haciendo.
Perdiste mucho tiempo
Todo este tiempo perdido viendo este tipo de imágenes y demás pudiste haber hecho algo mucho mejor, algo que te guste, algo que haga que las personas te vean y digan: “Yo quiero ser como él”, algo bueno, benéfico para tus semejantes.
Pero no te preocupes, no todo está perdido. En 2 Crónicas 7:14 dice: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
Algo que nosotros creemos es que Dios puede perdonarte, que no hay problema, puedes fallar y simplemente di “perdón, Dios” y listo, y no es cierto. ¿No te ha pasado que cuando fallas y fallas y vuelves a fallar, sientes como que Dios no te escucha? bueno, si es así es porque no estás pidiendo perdón de la manera correcta.
Hay cuatro acciones que el pueblo de Israel efectuó cuando Dios dijo lo que leímos en 2 Corintios 7:14. Se humillaron, oraron, buscaron su rostro y se convirtieron de sus malos caminos. Sigue estos cuatro pasos, y el Señor sanará tu Tierra. Pero dirás, ¿cuál es esa tierra? Tu corazón. Cuida tu corazón porque de él mana la vida.
“Señor, restituye mi corazón dañado por aquellas cosas que a ti no te agradan. Quiero ser una nueva persona, humillarme ante ti, buscar tu rostro y convertirme realmente de mis malos caminos. Quiero agradarte y serte útil por el resto de mi vida”.