A veces nos cuesta entregar ciertos aspectos de nuestra vida en las manos del Señor y esperar que Él obre. Puede ser la realización de un sueño, la búsqueda de una pareja o aquella petición que a nuestro parecer es insignificante. Cuando estamos solos, muchas veces nos desesperamos y hasta nos cuestionamos si realmente Dios cuida de nosotros.
Pero Dios sí cuida de nosotros. Conoce nuestras necesidades, entiende nuestros sentimientos y sabe cuál es el mejor momento para responder a nuestras oraciones. Nuestra felicidad no debe depender sólo de lo que tenemos o no tenemos en el momento, debe afirmarse en aquello que tendremos, con seguridad, en la eternidad. Dios nunca dejó de cumplir ninguna de sus promesas, Él prometió estar con nosotros. En Salmos 37:3 dice “Confía en el Señor y haz lo bueno, vive en la tierra y mantente fiel…”
No tengas miedo de la voluntad de Dios porque ella es buena y agradable, ¡y mejor todavía, es perfecta! (Romanos 12:2).
“Padre, que difícil es entregar mis deseos en tus manos. Perdóname por dudar que Tú sabes qué es lo mejor para mi vida. Sé que tu palabra es verdadera y, por esto, quiero entregar en tus manos mis deseos, sueños, relaciones. Ayúdame a confiar siempre en ti. En el nombre de Jesús”.