¿Cuántas veces hemos pasado por desiertos y hemos aprendido mucho, a valorar lo que Dios nos da a través de la vida, a crecer y ser más fuertes para las adversidades que más adelante pudiésemos atravesar?
Una vez el escritor y novelista C. S. Lewis dijo: “Las dificultades preparan a menudo a una persona normal para un destino extraordinario”.
Todos hemos pasado por dificultades y hemos aprendido muchas cosas. Muchos son los que forjan un nuevo camino con un fin aparentemente similar a la meta del camino difícil por el cual atravesaban.
Una de las cosas que debemos aprender es a nunca tomar atajos en medio del problema. ¿Por qué? Porque el problema te enseña mucho, te enseña a ser fuerte, te enseña a entender que no eres Dios, que el mundo no gira al rededor tuyo. En ese punto podríamos decir que es como una capacitación para tu siguiente adversidad, sin embargo, muchos no lo hemos entendido y hemos dejado ese camino difícil para tomar un atajo que no nos enseña nada.
Otra de las cosas que debemos saber es que las pruebas y problemas se atraviesan solos. Así es, muchas veces invitamos a alguien más a que soporte la carga que nosotros debemos llevar. En ese momento lo que estamos haciendo es rechazar la enseñanza que Dios nos da a través de los problemas y se la damos a alguien más, casi similar a lo que sucedió en el Antiguo Testamento en Génesis 27, cuando Jacob tomó la bendición de la primogenitura, la única diferencia es que cuando tú invitas a alguien a ayudarte a cargar tus problemas no te roban la futura bendición, sino que tú se la regalas.
Hay algo que hay que aclarar, y es que sí habrá muchos momentos en los que necesitemos ayuda de alguien, pero existirá momentos que se deberán atravesar solo. De esa manera aprenderás muchas cosas.
Cuando los problemas sean demasiados y creas que no puedas, recuerda dos cosas. Dios no te envía pruebas que no puedas atravesar y Jesucristo prometió estar contigo siempre.
Esta es una de las cosas que no debes olvidar, porque sí, es seguro que batalles y estés a punto de dejarlo todo y regresar, pero si podemos ver con los ojos de la fe y creyendo en Dios que envió a su Hijo a morir por nosotros y prometió jamás dejarnos, podremos atravesar la prueba. Te recuerdo que Dios nunca te envía pruebas que no logres atravesar y aparte de eso, en medio de la penumbra del valle de soledad que pudieses estar atravesando, Jesús es tu guía, nunca lo dudes.
Las pruebas son las clases que nos da Dios a través de la vida para aprender a ser mejores seres humanos y grandes hijos Suyos. Esta mañana, tarde o noche pide a Dios que te guíe en su camino.
“Señor, estoy pasando por pruebas. Tú ya lo sabes. Pero quiero decirte que estoy dispuesto a afrontarlas tomado de tu mano, sabiendo que al final, me espera una enseñanza de parte tuya”.