Esta es la que muchos desean obtener para poder abrir cualquier puerta, sin embargo, han
tratado de obtenerla de la manera incorrecta, a través de la prepotencia, de la soberbia, del
forcejeo y de tantas maneras que llegan a ser las naturales del ser humano. Lo que finalmente deseamos es que se nos abran las puertas de par en par, tal como sucedió a Moisés frente al gran Mar Rojo, algo que era imposible, se tornó en posible, se abrió delante de él como dos puertas grandes de un centro comercial, que cuando das el paso hacia el frente se abre.
La Gracia es la palabra clave para que se puedan abrir las puertas en todo lugar. Gracia en su
original se describe como Caris, de donde viene el carisma o el ser carismático, con los dones
o regalos de Dios. Es decir que cuando obtenemos la gracia de Dios, las puertas se abren
favorablemente. Esto quiere decir que se abrirán, siempre y cuando sean las que necesitamos para nuestra vida, crecimiento y propósito.
Pero debemos tomar varios principios importantes a cerca de la gracia:
1- La Gracia nos coloca en lugares especiales. “Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes” (Ester 2:17a).
Si caminamos con la Gracia del Señor, será impresionante ver cómo se abren las puertas con gente importante, lugares importantes y especiales, aun sin pagar el alto precio, sino solo con la gracia.
2- La Gracia nos mantiene en la Santidad. “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. (Romanos 6:14).
La razón de la Gracia no es solamente entrar por todas las puertas, como teniendo la llave maestra; por ello siempre debemos preguntarnos, “¿para qué estoy entrando aquí?” Es para dar testimonio de quién recibimos la gracia, por eso nos mantenemos en pureza y santidad.
3 – La Gracia se obtiene en la humildad. “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. (Santiago 4:6).
Así es como se obtiene la Gracia, trabajando momento a momento en la humildad, quitando la altivez, cualquier pequeña gota de orgullo.
Conclusión: en la carta de Pedro encontramos en sus textos que es necesario humillarnos bajo la poderosa mano de Dios, para que Él nos exalte cuando fuere el tiempo y posteriormente viene la recompensa. Echando toda vuestra ansiedad sobre Él porque, Él tiene cuidado de cada uno de nosotros.
“Dios, yo reconozco que la gracia viene de ti y no por lo que soy; ayúdame a ser humilde para obtener la gracia y dejar atrás el orgullo, la soberbia y la necedad. Tú eres quien abrirá las puertas correctas en mi caminar. Me humillo ante ti para que seas tú quien me exalte. Lo pido en Cristo Jesús”.