Hace muchos años, cierto hombre dueño de un campo con ganado, caballos y aves de corral, tuvo una rotura en una de sus tranqueras y se escaparon dos de sus caballos. Y el hombre dio gracias a Dios.
Una semana más tarde, uno de ellos volvió y lo seguían un grupo de aproximadamente diez caballos salvajes, que ingresaron al establo. Y el hombre dio gracias a Dios.
Su hijo entusiasmado, se puso a donar a esos caballos, pero uno de ellos lo derribó al suelo y se quebró la pierna. Y el hombre dio gracias a Dios.
Veinte días más tarde, pasó por allí un regimiento de soldados rumbo a la frontera, pues se desató un conflicto armado con un país vecino, y se llevaban a los jóvenes para ser parte de ese combate. Al ver el estado del joven con la pierna quebrada, desistieron de la idea de reclutarlo. Y el hombre dio gracias a Dios…
Esta historia ilustra los diferentes procesos por los que vamos a pasar en esta vida. Cada una de esas situaciones, va encadenada a otra que serán las que nos permitirán aprender, junto con la Palabra de Dios, que es un proceso necesario.
Ante una crisis que traen determinados eventos, siempre tendremos dos opciones que nosotros y sólo nosotros podremos decidir: quejarnos y ser las víctimas de las circunstancias, o dar gracias a Dios por enseñarnos de manera práctica, cómo ser como Jesús.
No son casuales esas etapas, son parte de las cosas que nos suceden y que nuestro Padre va a usar para nuestro crecimiento.
Por eso, ante una próxima situación difícil, recuerda que tienes dos opciones, y sólo tú podrás decidir cuál actitud tomar. Elige sabiamente.
“Señor, ayúdame a entender que cada prueba que atravieso es circunstancial y es una manera que tienes para llevarme a la siguiente bendición para mi vida”.