Muchos de nosotros hemos memorizado el Salmo 23. Este es un gran salmo pues sirve en nuestras necesidades espirituales más profundas.
Este es un salmo para personas que, como David, están pasando por una crisis en su vida. Puede ser que en tu hogar esté un conflicto, o que alguien de tu entorno esté atravesando alguna enfermedad. Este es un salmo para personas que atraviesan pruebas, crisis y problemas diversos. Si tú eres alguna de estas personas, este salmo ha sido escrito para ti.
El primer elemento que encontramos aquí es que debemos empezar reconociendo que somos ovejas. Reconocer nuestra debilidad, vulnerabilidad y fragilidad. A leer este salmo me estoy reconociendo a mí mismo como alguien necesitado del buen pastor. Una vez admitida nuestra necesidad descubrimos que lo que el salmista afirma es verdad, ciertamente, “nada nos faltará”.
El Salmo 23 es un salmo que declara confianza en Dios. La paz que transmite no es escapismo; su seguridad no es complacencia. El salmo nos enseña a tener una actitud dispuesta a enfrentar la oscuridad más profunda a la vez que nos revela, de parte del salmista, un amor que no busca satisfacción material sino al Señor mismo. En tiempos de profunda necesidad todo lo que necesitamos es buscar a Dios ya que su presencia es mayor que todos nuestros temores.
Aun en medio de amenazas mantenemos una serena confianza transformando esas amenazas en triunfo. Él prepara un banquete delante de nuestros enemigos llenándonos de su favor. Ser un huésped o el invitado de Dios es más que ser un simple conocido o un invitado a pasar el día. Es vivir con Él y habitar en Su presencia, porque “Su casa será mi casa mientras viva”.
“Señor, que ningún valle de sombra de muerte se apodere de mí. Que, en momentos de oscuridad, cuando el temor quiera paralizarme, pueda hacer viva tu palabra y hacer propia tu promesa de que nada me faltará”.