El 1 de Enero de 1863 el presidente Abraham Lincoln emitió la proclamación de Emancipación. Esta proclamación declaraba “que todas las personas detenidas como esclavos” dentro de los estados rebeldes “son y en adelante serán libres”. Mas sin embargo muchos de los esclavos no conocían sobre esta proclamación que les otorgaba inmediata libertad.
No fué hasta el 19 de Junio de 1865 que los esclavos de Galveston, Texas, conocieron la verdad que les hacía libres.
En este mismo instante, a pesar de los avances de la tecnología, las ciencias y los medios de comunicación, hay muchos que no han tenido el privilegio de conocer la verdad.
Todavía hoy hay muchos faltos de amor pues no han conocido al que les ama, faltos de fuerzas pues no han conocido al que las multiplica y perdidos porque no han conocido el camino.
“Porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien!” (Ro. 10:13-15).
Jesus nos envió a predicar este evangelio a toda criatura. Si todavía alguien no ha escuchado es porque alguien no ha dado a conocer la verdad. Tú y yo somos los encargados de cumplir con esta gran comisión de llevar la verdad y compartir este mensaje que les brindará paz, salvación, amor y libertad en Cristo.
En Marcos 16:15-16 Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.
No hay ninguna excusa que justifique tu silencio. Hay muchas formas en las que puedes compartir con otros la verdad. El Espíritu Santo te otorga las herramientas de acuerdo a tu capacidad para que puedas cumplir con este llamado. Levántate hoy y testifica, canta, escribe, enseña, predica, habla y anuncia esta verdad. ¡Haz que alguien hoy sea emancipado!
“Padre, sé que he sido comisionado a llevar esta proclamación de libertad y de amor. Ayúdame a cumplir en obediencia con este llamado. Dirígeme a los lugares y personas que has preparado para que yo les anuncie la verdad. Quiero ser valiente y esforzado. ¡Heme aquí, enviame a mi! En el nombre del que me envió, el Señor Jesús”.