¡Cuánto dicen nuestras palabras de nosotros y de lo que alberga nuestro corazón! Las Escrituras nos enseñan que a través de las palabras podemos conocer el carácter de las personas. Es justamente el corazón el lugar donde albergamos pensamientos, sentimientos y emociones. “De toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”, dice Proverbios 4:23. El corazón es como ese cofre donde se almacena todo aquello que otros no pueden ver, pero nuestras palabras las ponen al descubierto. Lo que guardamos en él determina el rumbo de nuestra vida por eso es tan importante recordar este consejo bíblico de guardar nuestro corazón.
Al guardar nuestro corazón de todo aquello que la Biblia relata que nos separa de Dios podremos sin lugar a dudas reflejar en nuestras palabras la santidad que guardamos.
Toda palabra hiriente, faltante de amor, destructiva, maldiciente, soez, provocadora de contienda, mentirosa, engañosa, agresiva, violenta, despiadada, vengativa, presumida, holgazana, fraudulenta, envidiosa, egoísta, farsante, pesimista, intolerante, etc., ¿qué puede reflejar de nuestro corazón? ¿Qué dice de mí?
Si has decidido guardar tu corazón y todavía tu boca no has podido controlar, es importante hoy aprender y aplicar este consejo. Santiago 1:19 dice: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. Seamos prontos para oír y tardos para hablar. ¿Será por esa razón Dios nos dio dos oídos y una sola boca? Ejercitamos el dominio sobre nuestra boca. Controlemos lo que de ella sale. No seamos impulsivos y aprendamos a tomar el tiempo necesario para pensar y filtrar las palabras que diremos. Aprendamos a hacer silencio, a no hablar de inmediato envuelto en las emociones del momento. Podemos preguntarnos antes de hablar: “¿esto que voy a decir ofende a Dios o a mi hermano? ¿Qué consecuencias traería esto que diré?” Y ora para que haya en ti redargüimiento del Espíritu para que puedas cambiar tu forma de hablar. Cuando comiences a sentirte mal contigo mismo porque has ofendido al Espíritu de Dios comenzarás a ser más precavido y cauteloso al hablar. Además, notarás que áreas de tu vida necesitan ser fortalecidas y transformadas.
Tus palabras reflejan tu relación con Dios. Mientras más tiempo pases con Él, más podrás hablar como Él. Ocúpate en aprender de la Biblia. Memoriza versos que estén relacionados a tus áreas débiles para que a través de ellos puedas ser fortalecido. Estos versos cobran vida y aparecen en tu mente en medio de cada prueba.
“Que cada palabra que salga de tu boca sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).
“Padre, yo quiero ser como Tú. Cuán difícil se me hace, en ocasiones, ser ejemplo y dar a conocer de tu amor por medio de lo que sale de mis labios. Redargúyeme, enséñame y muéstrame para que otros te vean en mí. Que pueda dar frutos buenos que otros puedan comer y ser edificados. Quiero y decido guardar mi corazón de todo mal. Ayúdame a ser buen oidor, a tener palabra blanda y apartar mi boca de hablar engaño. Sé que con mi esfuerzo y tu guía lo lograré”.