Pablo, como buen plantador de iglesias, buscaba sentar bases sólidas. Eso hace un buen constructor. Hay un principio a aplicar en la construcción que también es usado por Pablo y es que para construir algo antes es necesario des construir. Si en un terreno hay algo preexistente necesita ser removido.
Esa lógica es muy evangélica, especialmente cuando nos referimos a estructuras en la forma de pensar que se fueron formando. Nos referimos a las que atentan con el principio de vida plena que el Creador de la vida diseñó para ti y para mí. Todos necesitamos ese andamiaje, esa base donde edificar la vida. La gran noticia del evangelio es que Dios provee ese fundamento: Jesucristo.
La carta a los Romanos tiene como tema central a Jesús. En la narrativa de Pablo encontramos ese ejercicio de des construir formas de pensar centradas en el hombre y lo que tenemos que hacer para ser salvos vs. construir una perspectiva en la que Dios es el protagonista principal y autor de esa salvación que recibimos por pura gracia.
Es una gran noticia y un alivio enorme saber que en Dios confiamos para acceder a la vida eterna y que esa obra es completamente de Dios. ¿Pero cómo influye eso en nuestra vida cotidiana? Cuando enfrentamos dolor por una pérdida, enfermedades y demás circunstancias que en mayor o menor medida todos atravesamos.
Ahí, des construir la idea de una salvación futura y en su lugar experimentar la realidad de que hemos sido alcanzados por esa salvación en este presente- Dicho de otra manera: construir la confianza que cambia el modo en que nos vemos (que en Dios vivimos, nos movemos y existimos – Hch. 17:28) crea una perspectiva más amplia, enfocada en Dios como Padre y eso nos afecta en quienes somos: somos hijos amados de Dios. Su amor nos trae consuelo, paz y fortaleza.
Sigue diciendo el texto: “Sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Ro 5:3-5).
Pablo nos asegura que la obra de Cristo para nuestra salvación no sólo nos da esperanza para nuestro futuro final, sino para el inmediato. Somos preservados como “salvos” durante toda nuestra vida.
“Gracias amado Jesús por ser el fundamento de nuestra esperanza”.