Este miércoles dio inicio en Chile la campaña “40 Días por la Vida”, tiempo en el que grupos de fieles oran en las afueras de centros donde se practican abortos para pedir por las dos vidas: la de la madre y del niño por nacer.
Ana María Álvarez, una de las coordinadoras de la iniciativa en Chile, declaró que “a pesar del momento cultural que se viva, el aborto será siempre un crimen”.
“No se puede tapar la verdad con leyes inicuas. Por eso, nuestro compromiso con la defensa de la vida es sin condiciones, a pesar de ser tratados como delincuentes por orar por la vida de los bebés y de las mujeres afuera de los centros abortivos”, expresó Álvarez.
En Chile existe una ley que despenalizó el aborto hasta las 12 semanas de embarazo en los casos de violación, y sin límite gestacional cuando hay inviabilidad fetal y riesgo de vida de la madre.
Por su parte, la Comisión de Derechos Fundamentales de la Convención Constitucional rechazó iniciativas ciudadanas que buscaban proteger la vida en la que podría ser la próxima Constitución de Chile. En cambio, aprobó los llamados derechos sexuales y reproductivos, que incluyen el aborto.
En ese contexto, Álvarez recordó que “aunque las leyes digan lo contrario, la vida humana comienza desde la fecundación. Es ciencia y no cosa de opinólogos y no puede ser que hoy haya más protección hacia los animales que hacia la vida humana”.
“Estamos viviendo una sociedad esquizofrénica en la que se considera más valiosa la vida de un animal o un árbol que la vida de un ser humano”, sostuvo.
En cuanto a los voluntarios que participan en la campaña “40 Días por la Vida”, Ana María dijo que cada uno responde a “un llamado interior de fe, es creer que la oración puede lo que la impotencia humana no puede”. Además, adquiere un valor mayor “porque no vemos resultados muchas veces, pero creemos en ellos”.
“Creemos que la oración es eficaz más allá de la evidencia. Esa hora de sacrificio llega al corazón de alguien, al corazón de una mujer que está pensando en eliminar a su hijo por la situación en que se encuentra, que el personal sanitario se da cuenta o se arrepiente de sus prácticas de aniquilación de la vida humana”, reflexionó.
Fuente: Evangélico Digital
