En 1 Corintios 14:9 leemos: “Lo mismo pasa con ustedes: si no usan la lengua para comunicar un mensaje claro y comprensible, ¿cómo se va a entender lo que dicen? Es como si hablaran al aire”. Si bien este fragmento tiene un contexto particular, resalta la necesidad de la claridad en la comunicación. Esto es de suma importancia para llegar claros y comprensibles a un público necesitado de salvación.
La claridad del mensaje en la comunicación implica esclarecer lo que transmitimos, dar explicaciones ilustrativas, brindar luz en la oscuridad, como un faro alertando a los navegantes de los peligros en las cercanías de la costa. Para iluminar con ideas y mensajes sin ambigüedades ni malentendidos debemos tener en cuenta:
1. Empleo de lenguaje sencillo y directo. Evitar tecnicismos innecesarios o jerga especializada que pueda llegar a confundir a quienes nos escuchan. La adquisición de herramientas para desarrollar habilidades comunicativas debe ser una búsqueda constante. La referencia bíblica de Eclesiastés 12:10 nos refuerza en este punto: “Además, el Predicador se esforzó por hallar palabras agradables y por escribir con precisión palabras verdaderas”.
2. Organización de la estructura del mensaje. Un mensaje bien estructurado, con un inicio, desarrollo y conclusión definidos, facilita la comprensión y evita que los miembros del equipo se pierdan en un mar de información desordenada. Colosenses 4:6, “Procuren que su conversación siempre sea agradable y de buen gusto, para que den a cada uno la respuesta debida”, nos da la pauta para desarrollar la capacidad de ser intencionales en la organización, la exposición y la adecuación del mensaje en su contexto.
3. Uso de ilustraciones. Ejemplos y analogías ayudan a ilustrar conceptos complejos y facilitan la comprensión. A este punto no podemos dejar de eludir a Jesucristo, comunicador excepcional y máximo ejemplo para cada uno de nosotros, quien usó parábolas como clave en la comunicación y utilizó imágenes y simbolismos tan hermosos como: “La luz del mundo”, “el buen pastor”. También utilizó comunicación no verbal, lenguaje sencillo, preguntas para invitar a la reflexión, adaptando su comunicación a cada público.
La claridad es una llave para la comunicación de la “buena noticia”. Como comunicadores de la verdad debemos transmitir el mensaje con sencillez y precisión. Siguiendo el ejemplo de Jesús y conscientes de nuestra responsabilidad, debemos usar con inteligencia y sabiduría todas las herramientas a nuestro alcance. Proverbios 16:23 nos recuerda: “El sabio de corazón habla con prudencia, y a sus labios añade sabiduría”.