Su capacidad de creer es casi difícil de igualar. Lo imposible es posible en solo un instante. Su fe sin dudas y sin cuestionamientos es increíble. Cuando les dices “he traído una sorpresa” y aparece una pequeña caja de color, no se limitan por el tamaño de la caja; al contrario, en ella puede habitar un dinosaurio o un grillo cantor o un zoológico completo. Me vuela la cabeza. Súper disfruto ese momento. Es único, vuela la imaginación y se combina con su gran capacidad de creer sin maldad, confiando en que ahí habrá lo que ellos crean que haya. Como un simple títere que toma vida y puede hablar, bailar y hasta moverse por sí solo.
Y si de pelea se habla, son expertos. Sus peleas son muy intensas, pero tan fáciles de olvidar. La felicidad de jugar juntos es mayor a su orgullo, por eso, un solo perdón es suficiente para retomar el juego y dejar atrás las discusiones. ¿Los has escuchado hablar entre ellos sin la intervención de un adulto? ¿Escuchaste sus locas conversaciones? Creadores de idiomas, dilectos. Cómo vieron cosas que solo ellos pueden imaginar; son a veces tan divertidas, pero también cómo pueden defender y formar una opinión sobre cosas que nos asombran.
¿Viste su simplicidad? ¡Pero qué sensibles son! Son tan fuertes que son capaces de derrotar al villano más poderoso, pero ven un poquito de sangre y los convierte en seres indefensos. ¿Viste que fácil olvidan? Y ni hablar cuando se trata de confiar; ellos confían. Ellos se tiran del más alto precipicio sabiendo que serán salvados y alguien los sostendrá. Ellos piden, total no saben lo que cuesta conseguirlo, les alcanza con saber que alguien puede dárselo y saben que si insisten mucho, lo lograrán. ¿Los viste dormir? ¿Viste sus caras de paz cuando descansan?
Tengo dos hijos y disfruto llevarlos de la mano y de brindarles “seguridad”. Lo loco es que ellos creen que yo los voy a poder defender hasta del peor monstruo. Ellos avanzan, crecen, caminan, duermen, comen, sueñan, logran, sabiendo y estando seguros de una sola cosa: que lo pueden lograr. Alguien está a su cuidado, alguien les extenderá la mano, los hará volar, les dirá que pueden y estará velando por ellos siempre. Disfruto de verlos, tan simples y tan libres. Todo esto y más, es ser niño. Pero ¿qué tiene que ver esto con nosotros los adultos? Todo.
En dos ocasiones Jesús pone a los niños como ejemplo para ensañarnos algo a nosotros, los adultos. Acompáñame:
Mateo 18:3: “De cierto os digo: Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos”.
Mateo 19:14: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”.
¿Por qué Dios usaría a niños como ejemplo para enseñarnos, a nosotros, los adultos, cómo ser? ¿Por qué nos invita a ser como ellos? Ahora piensa por un ratito, hagámoslo juntos: ¿Eres como niño? ¿Cuánto haces que no sueñas cosas que parecen casi locas? ¿Cuánto te cuesta perdonar? ¿Y olvidar? ¿Qué tanto puedes descansar en nuestro Padre Dios?
Quiero animarte a soñar, confiar, descasar, perdonar y limpiarte el polvo y seguir, sabiendo que nuestro padre es Dios.