En estos días nos estamos mudando de casa. En medio del ajetreo que eso conlleva, me tomé un momento de descanso y subí a la terraza a contemplar el atardecer, mientras reflexionaba en que no hay que temerles a los cambios. Es necesario soltar, arriesgarse, empezar nuevas etapas y no estancarnos.
Un detalle que resulta interesante es que cuando salimos definitivamente de la antigua casa, una mariposa se posó a un lado de la puerta, como queriéndonos indicar que la vida implica metamorfosis y cambios como los que ella misma experimenta.
El temor a los cambios es uno de los que más frecuentemente observo en mi oficina. He notado que quienes sufren de este temor son personas a las que les preocupa mucho el futuro y lo incierto, teniendo pensamientos negativos en cuanto a lo que puede ocurrir. Sin embargo, la vida no es estática, sino dinámica. Los cambios son inevitables. Vivimos en una transformación continua y debemos tener la mejor actitud hacia ella.
Una de mis mejores amigas ha enfrentado cambios importantes en un corto lapso de tiempo. Su hijo mayor se fue a la universidad, dejó su trabajo de muchos años para desarrollar su propia corporación, y tuvo un accidente inesperado que le provocó cambios permanentes. Como resultado de su aparatosa caída, terminó con una placa y diez tornillos en su mano derecha, y también sufrió alteraciones en el sistema digestivo y el sistema nervioso central. Por si fuera poco, su sistema hormonal se descontroló. En sus palabras: “Todos en la vida tenemos legados, propósitos y sueños, pero a veces no contamos con eventos que trastocan esos procesos de forma muy prematura”. Hoy ella vive un valiente proceso de abrazar a la nueva mujer que va renaciendo, que va despertando con sus retos actuales y que también merece descubrirse, mimarse, cuidarse y tratarse bien.
“La vida no es estática, sino dinámica. Los cambios son inevitables. Vivimos en una transformación continua y debemos tener la mejor actitud hacia ella”.
No siempre podemos evitar el temor a los cambios, pero sí podemos aprender a trabajar en él para que no resulte tan excesivo. Cuando el temor al cambio es intenso, se le denomina metatesiofobia. Esta fobia específica se refiere al miedo intenso y persistente a las transiciones o alteraciones en la rutina, el entorno o las circunstancias de la vida. Dicho temor puede estar relacionado con la ansiedad ante lo desconocido y la falta de control sobre nuevas situaciones, manifestándose de diversas maneras, que van desde una resistencia a los pequeños cambios cotidianos hasta una parálisis completa ante las decisiones importantes que impliquen transformaciones significativas.
Aunque el temor al cambio es una respuesta común y natural que puede afectar a cualquier persona, la metatesiofobia implica un miedo irracional ante cualquier cambio imprevisto o acontecimiento no planificado. Cuando esto ocurre, la persona que sufre esta fobia convierte ese hecho inesperado en una fuente de angustia, en el detonante de un ataque de pánico con pensamientos irracionales, nerviosismo y un estrés desmedido.
Aquellos que sufren de metatesiofobia suelen aislarse socialmente para evitar cambios en su rutina. Además, surge un miedo desadaptativo y limitante que tiene un impacto significativo en la vida de la persona, la cual adoptará rutinas mucho más marcadas y un estilo de vida en el que no habrá lugar para la improvisación y está restringido por completo. También comienzan a surgir comportamientos evitativos, desde los más insignificantes hasta los más importantes, como eludir a los amigos para evitar verse en situaciones que rechazan radicalmente.
La Biblia continuamente nos asegura que mientras estamos enfrentando los cambios de la vida, ya sean planificados o inesperados, el Señor desea lo mejor para nosotros. Así que acepta las cosas que no puedes controlar y concéntrate en tu propia transición interna hacia las nuevas realidades. No permitas que ninguna fobia aprisione tu alma. Lo que en un momento dado parece atemorizante podría terminar siendo lo mejor para ti.
Ante los procesos de cambio:
• No mires ni a la izquierda ni a la derecha, sino fija tu mirada en Jesús.
• No te compares con nadie.
• No compitas con ninguna persona.
• No te distraigas.
• No pierdas la esperanza.
• No permitas que tu corazón se endurezca.
• No dejes de descansar en Dios.
• No dejes de creer en los milagros.
• No dejes de confiar en que todo estará bien.
Tomado del libro “No temas”, de Lis Milland, de reciente aparición. “No temas” es un producto de Casa Creación.