Este versículo nos anima a confiar en Dios y pedirle fuerzas para seguir adelante en medio de las adversidades. Con Dios a tu lado, siempre encontrarás la fuerza para seguir adelante.
Superar las dificultades que se presentan nos exigen muchas cosas; la capacidad de hacer frente a una pérdida, la flexibilidad para adaptarnos a nuevas situaciones y una buena medida de fortaleza personal. Si bien cada una de estas cosas es un desafío en sí mismo, necesitamos la fuerza para continuar día tras día frente a cualquier dificultad.
Cuando pienso en la fuerza, pienso en los árboles, algunos gigantes que han sobrevivido vendavales y siguen en pie mostrando su vigor.
Se menciona de un árbol en California, uno de los pinos blancos más altos que llama la atención por su fortaleza. Hace más de cinco años, el árbol fue alcanzado por un rayo. La cicatriz aún es visible donde golpeó la parte superior y corrió por todo el tronco del árbol hasta el suelo. En ese momento, se especuló mucho sobre si el árbol podría sobrevivir a tal golpe. Con el tiempo, quedó claro que el árbol era más fuerte que el rayo y, aunque algunas ramas morían, este majestuoso gigante sobreviviría. El árbol sigue en pie hoy con su cicatriz mostrándose desafiante.
Para muchos, ese árbol se convirtió en un símbolo. A pesar de un asalto que le cambió la vida, el árbol se mantiene firme, abarcando el espacio entre el mundo espiritual del Cielo y la conexión a la Tierra firme.
En la teoría china, el árbol también representa el elemento fundamental de la madera. Para estar saludable, debe ser fuerte, pero flexible; de lo contrario, se partirá y se romperá a la primera señal de peligro.
Muchas veces frente a las pruebas y dificultades nos toca demostrar de qué tipo de madera somos y cuáles son los recursos con los que contamos para enfrentar las dificultades y mantenernos firmes en la fe y en el camino de Dios.
Los cristianos al recibir a Cristo en nuestros corazones, nos fortalecemos en Él. Filipenses 4:13 es un texto clásico que afirmaba la fe del apóstol cuando dijo, “Todo lo puedo en Cristo que me Cristo que me fortalece”.
También contamos con la persona del Espíritu Santo, que cumple las funciones de darnos poder y guiarnos a toda verdad. Jesús dijo: “recibirán poder cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo y me serán testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los ultimo de la tierra” (Hechos 1:8).
La otra fuente de energía espiritual es la Palabra de Dios, que, como pan del cielo, alimenta diariamente nuestra fe. Dejemos que la Palabra de Dios sea el pan nuestro de cada día.
Hoy pienso en los mártires cristianos del primer siglo que, a pesar de ser perseguidos, puestos en el coliseo romano para ser devorados por las fieras a causa de su fe. El amor de Cristo se reflejaba en cada uno de ellos.
Ellos tuvieron las mismas promesas que tenemos nosotros hoy. “Yo mismo los fortaleceré, y ellos caminarán en mi nombre, afirma el Señor” (Zacarías 10:12).
Durante tiempo de pruebas y enfermedades, días largos y dolorosos, podemos pensar en el pino blanco y en todos los recursos que Dios nos ofrece para estar fortalecidos y seguir adelante.