En su carta a los Gálatas, Pablo nos da una palabra de aliento: “No nos cansemos de hacer el bien”. Pero, ¿por qué a veces sentimos cansancio al hacer lo correcto? Puede ser que no veamos resultados inmediatos, que nos falte amor por quienes necesitan nuestra ayuda, o incluso que hacer el bien se vuelva rutinario. Sin embargo, Pablo nos anima a seguir sembrando, recordándonos que el crecimiento espiritual es un proceso lento y que la recompensa no siempre es inmediata.
Las obras de generosidad no son como piedras lanzadas al agua que simplemente desaparecen después de unas pocas ondas. Cada acto de bondad es como una semilla plantada en el suelo de la vida. Puede que no veamos los frutos de inmediato, pero la cosecha llegará, porque Dios es fiel. No podemos engañar a Dios: lo que sembramos, cosecharemos.
El llamado de Gálatas 6 es a vivir una vida de servicio y amor, sin esperar recompensas instantáneas. Hoy, te animo a examinar tu corazón y tus acciones. ¿Estás sembrando semillas de amor, oración y buenas acciones? Aunque no veas los frutos de inmediato, confía en que Dios está trabajando. La tarea puede parecer interminable, pero cada pequeño acto de bondad tiene un propósito eterno.
Hoy, haz algo por alguien sin esperar nada a cambio. Puede ser una palabra de aliento, una oración o un acto de servicio. Recuerda que estás plantando semillas que algún día darán fruto en la vida de los demás y en la tuya.
“Señor, gracias por recordarme que no debo cansarme de hacer el bien. Ayúdame a tener paciencia durante los momentos en los que no veo resultados inmediatos. Dame un corazón generoso y dispuesto a seguir sembrando, confiando en que la cosecha llegará a su debido tiempo. Que mi vida sea una semilla de amor, fe y servicio, reflejando tu gracia en todo lo que hago”.