En Argentina estamos transitando la estación del año llamada invierno. Y si bien el argentino está en la moda llamada: “¿Que team eres? ¿Verano o invierno?”, es necesario que digamos que estamos pasando una ola polar que hace muchos años no tenemos. Veníamos de inviernos light, hasta que este 2024 se está cobrando los años anteriores.
¿A qué viene esto? Los cortes de luz durante muchos días de luz. Sí, sí… en un país donde todo lo que se construye está siendo en base a la electricidad, algunos estamos hace 6 días sin luz.
Mientras escribo este devocional con la luz de la ventana y en este día que cayó una hermosa helada, reflexiono en el pasaje de lo que nosotros somos como embajadores y representantes de Jesús. Es en este momento donde toda la teoría se cae. Donde todas las suposiciones dejan de tener sentido.
Jesús en el libro de Mateo nos dice: “Ustedes son la luz del mundo”. Y hoy, sin luz hace 6 días, te podría decir: “¡Bueno, Jesús, todo bien! Pero hoy no puedo alumbrar, lo siento. Soy yo la que necesito luz, yo necesito que me alumbren a mí…”.
Es real que a veces estamos sin luz y no hablo sin la eléctrica (que es fundamental en estos tiempos). Hablo de la luz espiritual, esa que nos permite alumbrar la vida de otros. Podríamos pensar qué estamos haciendo para cultivar y alimentar esa luz que permite que otros conozcan a Jesús. Porque es real, sería más fácil decir: “Bueno, hoy estoy sin luz. Me enchufo a la corriente y sigo”. ¡Ay! Querido lector, no estaría siendo tan sencillo.
Te propongo que si estás a media batería (debajo de la mitad) hoy puedas doblar tus rodillas y decirle Dios: “¡Acá estoy! Y en esta oscuridad quiero alumbrar. Jesús, yo te necesito. ¡Que se haga la luz!”
“Señor: Sí, sé que quizá no estoy siendo la mejor fuente de luz. Pero ¡créeme que lo intento! Quiero ser luz en la oscuridad de otros. Ayúdame, Señor”.