Cuando pensamos en superhéroes generalmente lo primero que nos viene a la mente es el típico personaje con capa, este ser súper poderoso que, a pesar de las dificultades, siempre sale victorioso.
Uno de mis personajes favoritos es Superman, un ser extraterrestre, que llega a la tierra en forma de un bebé y con el propósito de salvar a la humanidad. Superman tiene como emblema una “S” en su ropa, que significa esperanza.
Superman no se manifiesta a la humanidad como el salvador directamente, sino que sus primeros años vive como un humano normal, siendo criado por unos padres piadosos que enseñan a este futuro salvador el valor de la vida humana.
Es inevitable la comparación con nuestro Salvador. ¿Superman es acaso una especie de Jesucristo del comic? La respuesta es: Sí. Cuando Jerome Siegel, de procedencia judía, creó a Superman, tenía claro que quería darle a este héroe los atributos del Jesús mesiánico que conocía. Su gran inspiración llegó al punto de nombrar a Kal_El (nombre kriptoniano de Superman), haciendo referencia al Dios de los hebreos.
Cuando Jerome Siegel, de procedencia judía, creó a Superman, tenía claro que quería darle a este héroe los atributos del Jesús mesiánico que conocía.
Superman ha sido sin lugar a dudas una influencia en la era dorada del comic y, aun así, sigue siendo una ficción. Un ser irreal que solo existe en las hojas de un comic o en la cinta de un film. Y a pesar de dar esperanza al lector, jamás tendrá el poder real de dar esa salvación.
La buena noticia es que existe alguien real que sí puede darlo, un ser superior, superpoderoso que pudo vencer a su enemigo para siempre, que nos salvó de un destino nefasto y nos dio vida eterna.
Por supuesto, estoy hablando del verdadero Salvador de este mundo y de nuestras almas, Jesús, el verdadero hijo de Dios que fue enviado a este mundo sin capa, pero con un amor tan grande, que se entregó por cada uno de nosotros y nos hizo libres para siempre.
Así que cada vez que leas un comic de Superman, o veas sus películas, recuerda que el verdadero hombre que da esperanza, nuestro Señor Jesús, está a tu lado para llenarte de paz en medio de las adversidades, darte las herramientas para que seas un vencedor, está interesado en ser tu mejor amigo y, sobre todo, es un superhéroe de la vida real.
“Señor, queremos agradecerte por ser nuestro gran Salvador, el dador de esperanza y el superhéroe real al que podemos acudir cuando nuestras fuerzas no nos alcanzan. Agradecemos tu inmenso amor, gracias por entregarte por nosotros en esa cruz y darnos una vida eterna que no merecíamos. Gracias, Señor, porque no te buscamos en las páginas de un cómic, sino que te conocemos en un libro vivo, real y actual, como es tu Palabra”.