Este salmo es un grito de desesperación. El salmista anhela estar en Jerusalén adorando en el templo. Pero en su boca proclama a Dios, a pesar de las fuerzas que parecían acabarse. No dejemos de confiar, de creer en el Dios de lo imposible. Somos dichosos, porque no son nuestras fuerzas sino las suyas en nosotros.
A ti, que necesitas depositar tu confianza en Dios, ¡vale la pena! Las tormentas que enfrentemos no te destruirán, te transformarán, te darán vigor.
Cuando en el versículo 6 habla de “atravesando el valle”, no es un lugar de permanencia. Ese valle no dura para siempre. No abandones tu fe, tú no vives allí, solamente lo estás atravesando.
Hay bendiciones que te esperan. Confía en Dios mientras lo atraviesas; saldrás más fuerte que antes.
“Querido Dios, gracias por tu maravilloso amor, porque en este valle no estoy sólo. Estás conmigo y lo voy atravesar con tu ayuda. Estaré disfrutando de lo que me darás. Por eso gracias, porque estaré más fuerte, porque en ti todo lo puedo”.