Jesús murió. De repente todas las esperanzas que muchos habían construido durante los últimos años parecían desmoronarse. Esas “predicciones” que Jesús había dado como “destruyan este templo y en tres días lo reedificaré”, aun no cobraban sentido para ellos. En realidad, nada de lo que sucedía parecía tener mucho sentido. Ese hombre, que se anunciaba a sí mismo como “el hijo de Dios” había sido asesinado justamente por eso y con ello parecía quedar en evidencia que los religiosos tenían razón.
El Eterno jamás hubiera permitido que sus planes sean alterados por los hombres así que, si a Jesús lo mataron, entonces simplemente era un fraude. El Salvador se convirtió por algunas horas en simplemente un buen hombre, al que las señales lo habían acompañado, tal vez hasta un profeta, como la gente había dicho de él, pero difícilmente era “El cordero de Dios que quita el pecado del mundo” … ¿o sí? Para colmo, el shabat estaba a punto de iniciar, justo con la salida de la primera estrella y obviamente no podían hacer nada. Solo esperar. Solo “descansar”.
¿Cuántas veces parece que todos los planes que Dios tiene para tu vida se desmoronan? ¿Cuántas veces perdemos las esperanzas y parece que esa “salvación” a nuestra situación se acaba de perder? Nosotros, solo podemos ver con los ojos humanos, nuestra apreciación de las cosas es tan terrenal que perdemos dimensión de lo que el Padre puede estar haciendo en el mundo espiritual.
Nosotros estamos “obligados” a esperar y aunque nuestro pensamiento nos lleve a tomar la errónea decisión de volver atrás, como lo hizo el impulsivo de Pedro, lo cierto es que aun en medio de la muerte, el silencio y la desolación, Dios sigue adelante con su plan.
“Señor Jesús, tú conoces todas las cosas. Tú sabes de desesperanzas y sabes cómo, mi corazón muchas veces cree que no hay más salida. Hoy quiero pedirte que me ayudes, a seguir confiando en ti. Aun cuando aquellos motivos de esperanza terrenales se hayan desvanecido, aun cuando desde mi punto de vista está todo perdido, ayúdame a creer en el poderoso proceso que sigue adelante en el mundo espiritual. Gracias por estar conmigo siempre”.