En los momentos de crisis de nuestra vida, sea cual fuere esa situación, problemas económicos, enfermedad, divorcio, partida de un ser querido, en los momentos que te quedas casi sin aliento, cuando falta el aire para seguir adelante, sucede eso que muchos llaman resiliencia, que es la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas.
En algún punto todo ser humano se quiebra y cae rendido. Es en ese momento donde la lucha o prueba que te toca atravesar en tu vida, la puedes dejar en manos del Creador, pues Él está orquestando todo lo que te acontece y está bajo su total control. Cuando tus fuerzas caen y ya no das más, es cuando el Señor te dice que “no es con tus fuerzas, sino que es su Espíritu” el que llevará fortaleza a tu interior y te levantará y rescatará del pozo más hondo.
Porque llega un momento donde el cansancio agota y tus fuerzas decaen. Y ahí es cuando nuestro Dios nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar”.
¡Qué maravilloso es saber que en los momentos más difíciles de nuestra vida no estamos solos, que podemos ir a Jesús y entregarle nuestra carga, preocupación y descansar sabiendo que es un Dios fiel y sus fuerzas vienen a nosotros!
“Por causa de Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias porque cuando soy débil entonces soy fuerte”. (2 Corintios 12: 10).
En la debilidad veo el poder de Cristo, es por eso que puedo permanecer de pie y sostenerlo en el tiempo. Nos hace percibir esa fortaleza interior que deja ver a Cristo en mí ya que no es con mis fuerzas sino con su Santo Espíritu. Amado amigo, busca su rostro, busca su presencia, que Él te dará conforme a tu necesidad.
“Querido Dios, gracias por darnos esa capacidad de superar las crisis, y gracias por darnos a entender que no es con nuestras fuerzas, sino con el poder de tu Espíritu, que podemos avanzar hacia donde tú quieres llevarnos”.