Una de las cosas más difíciles de ser una adolescente cristiana es saber que hay veces en las que te va a tocar pelear batallas en el mundo. Hay días en que te das cuenta que es realmente difícil vivir en un mundo donde la mayoría de las cosas que son “normales” para mucha gente, no las vas a querer hacer porque sabes que esos ambientes no edifican y terminan dañando lo que realmente quiero ser y lo que Jesús quiere para mí, que es lo más importante.
Ir al colegio y no sentirte cómoda con tus “amigos” simplemente porque decidiste entregarle tu vida a Cristo, escuchar las burlas, comentarios, que te digan que eres aguafiestas porque no quieres ir a determinadas reuniones o fiestas, donde todo vale, tomar alcohol y pasarla “bien”, reuniones donde participar no edifica en nada, como también las burlas por preferir ir a la iglesia un sábado a la tarde en vez de salir con ellos.
Pensando en esto, lo único que puedo hacer es ponerme feliz, porque significa que se nota que estoy tratando de hacer todo para seguir a Jesús y querer escuchar sólo su voz.
Benditos los adolescentes, jóvenes y adultos que no se dejan pisotear por las mentiras y palabras de los necios, y porque no dejan de buscar su Palabra pase lo que pase, porque vale la pena ser hijo/a, porque vale la pena la recompensa, la salvación. Vale la pena que ese amor perfecto que todo lo soporta y todo lo puede.
Entonces terminando de escribir estas líneas me encuentro una frase en las redes: Lo que hoy es tu proceso, mañana será tu testimonio.
“Señor, haz que cada lucha que tengamos por prevalecer en la Fe, sea el testimonio venidero de una vida cimentada en ti”.