Jesús siempre supo a qué vino a la tierra, había un propósito, tenía una misión. Por eso en el auge de su ministerio comenzó a decirles a sus discípulos lo que ocurriría con Él y por lo menos cuatro veces más insistió con su declaración. Al entender esas palabras se hubiesen ahorrado el cortar una oreja, el huir corriendo, jurar contra su Señor o dudar hasta tocar con su propia mano.
Si tomáramos tiempo para reflexionar en cada palabra de Jesús ¡cuántas faltas evitaríamos! Pero no, somos como el impulsivo Pedro, no esperamos a que el Señor termine su mensaje que ya estamos queriendo proponer una alternativa mejor. “¡Aléjate de mí, Satanás! Representas una trampa peligrosa para mí. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista de Dios”. (v. 23).
Conocemos el resto de la historia, la reflexionamos hace poco en cada día de Semana Santa. Todo ocurrió tal como Jesús lo adelantó tantas veces. Nosotros conocemos la película entera y cada vez que la recordamos encontramos enseñanzas nuevas. Los discípulos fueron protagonistas sin libreto, aunque se les había anticipado el guion. Ellos actuaron por lo que veían, Jesús desde una concepción mucho más alta, la de Dios.
La nueva lección que aprendí en este año en el mensaje que compartí el domingo de resurrección, es que debemos de una vez por todas ser como Jesús y adelantarnos en fe a la jugada.
Me asombran los ajedrecistas cuando mueven piezas y pareciera que sin sentido, que se equivocaron y perdieron, porque sin saber vamos siguiendo el minuto a minuto. Cuando creemos que están derrotados, los movimientos se suceden uno detrás de otro y ¡saz! Obtienen la victoria. Es que se adelantaron en las posibilidades y supieron cuál sería el resultado. ¡Donde nosotros vemos derrota ellos ya se saben vencedores!
Jesús sigue siendo el mismo, sigue anticipándose y confiándonos su próxima jugada. Cada movimiento en tu vida fue parte de su estrategia, Él ya pagó por tus pecados, ya te redimió. ¡Jesús volvió a vivir! No lo busques más en la muerte. No te estanques en el presente, activa tu fe y adelántate junto con Él a lo que está por delante en los próximos días.
El Maestro nos abre su corazón y dice que nos espera en Galilea. Hay un propósito para tu vida, Jesús quiere confiar tu misión.
“Pero cuando Dios me devuelva la vida, iré a Galilea antes que ustedes”. (Mateo 26:32).
“Jesús, gracias por seguir compartiendo tu próxima jugada conmigo. Activo mi fe y camino expectante hacia lo que tienes para mí en los próximos días”.