Hay acciones que detonan actitudes, algunas pueden ser buenas y algunas otras pueden ser negativas. Como aquella cuyo inicio se dio a partir de un robo o algún agravio a alguien más, y quien lo recibe, con una actitud negativa, de venganza y furia arremete contra la otra persona. Pero hay una actitud que el cristiano debe, no solo considerar, sino aplicar: una actitud de agradecimiento.
Este texto de 1 Jn. encierra no solo el amor que Dios tuvo por la humanidad desde la creación del mundo, sino también el amor con que nos amó, que envió a su Hijo a morir por nosotros para expiar nuestros pecados y de esta manera volver a nuestro Creador; nuestro Padre.
Toda la Palabra de Dios es un libro de amor de Dios por la humanidad, pero ¿qué tiene que ver esto con una actitud de agradecimiento? Cuando nosotros recibimos un obsequio, con mucho amor, no simplemente decimos “gracias”, sino que buscamos demostrar nuestro agradecimiento con algo diciendo “muchas gracias, a la próxima yo pago por ti”.
Sabemos que Dios no requiere nuestra ayuda, y mucho menos que le paguemos algo, pero tampoco quiere que solo le digamos “gracias” sino que nuestra actitud de agradecimiento se note, cuando vayamos a nuestra iglesia, cuando hablemos de Él con amor entre nuestros hermanos, cuando ayudemos a quien lo necesite, cuando le ofrezcamos un plato de comer a quien no lo tiene porque, como nuestro Maestro Jesucristo dijo: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí (…) Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt. 25: 35-36,40).
“Dios, ayúdame a ser una persona agradecida, tratando a los demás de la misma manera en que Tú has tratado conmigo, con amor, misericordia y bondad”.