A veces (o siempre) somos competitivos, no queremos perder a nada, en particular, no me gusta perder ni a la bolita, pero es necesario entender que en la vida hay que aprender a perder. Si nos ponemos a pensar, hasta los grandes deportistas que fueron laureados, perdieron más de lo que ganaron.
Hay malos hábitos, cosas que nos hacen daño, y si, también amistades o gente que parece de una forma pero no lo es, incluso familiares. Es doloroso darte cuenta que pensabas una cosa o creías que una persona era de tal manera y luego es otra, pero es para bien y sano aprender a elegir, y gracias a Dios por esa libertad.
Ahora, como cuesta admitir que perdiste, algunas veces la vida te avisa, o te das cuenta tarde, pero es lindo saber que de todo se aprende.
Hoy es tiempo de perder, y hay que aceptarlo, como dice una canción de KYOSKO: “Que perder por amor, es la esencia de ganar”.
Así como eliminamos malos hábitos para tener buenos, existen aspectos de nuestras vidas que tenemos que perder, para poder ganar.
“Dios, ayúdame a saber perder por amor, sabiendo que quitando de mi vida aquellas cosas que a ti no te agradan, podré ser de bendición para los que me rodean”.