Cuando llegué de mi amada Argentina a vivir a México, una de las frases que me decían muchos y me llamaba la atención era: “Dámaris: En lo que te pueda servir y ayudar, me avisas”. Yo aun sin conocer mucho a las personas de aquí en ese tiempo, sentía que ese dicho me hacia bien al corazón porque podía contar con alguien a cualquier hora y circunstancia.
¿Cuántas veces, en lugar de preocuparnos y servir al que tenemos al lado, seguimos en nuestro mundo haciendo que esta frase quede en el olvido? Estamos tan acostumbrados a vivir nuestros días pensando en nosotros mismos, en lo que tenemos que hacer, en nuestro trabajo, en nuestro estudio, en que si económicamente llegamos o no a fin de mes, etc., que es muy poco el tiempo que invertimos en los demás.
Al leer este versículo pienso que todos en nuestra vida hemos pasado por situaciones de profundo dolor y tristezas, y cada uno ha descubierto a su manera la forma de sobrevivir y seguir adelante, pero es ahí cuando debemos actuar. Todos los días nos topamos con personas que seguramente necesitan palabras de ánimo a seguir esforzándose, a no rendirse ante ningún proyecto o sueño.
Y mi pregunta es: ¿Estamos siendo ese árbol de vida que en este Proverbio se menciona? ¿Qué tan genuinamente decidimos fortalecer y dar vida al que nos rodea? ¿Estamos dando el abrazo de Jesús a otros, o simplemente pasamos por al lado del necesitado y nos vamos como lo hicieron el sacerdote y el levita en la tan conocida parábola del Buen Samaritano?
Nuestras palabras y actos tienen el poder de hacer bien, o también tienen el poder de hacer mucho daño. Te animo a que hoy:
Elijas edificar.
Elijas ser de bendición.
Elijas actuar bien.
Elijas no dañar.
Elijas no quebrantar.
Elijas servir y ayudar.
Elijas ser árbol de vida.
“Jesús, quiero estar cerca de Ti para saber actuar bien y poder ser tus brazos para abrazar al que lo necesite. Ayúdame a retener mi lengua, a no juzgar, sino más bien poder ser de bendición. Ayúdame a ser más como Tú”.