Voy a empezar con una frase muy icónica de Marvel que es: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. A veces nos tomamos la responsabilidad como perfección, poder, liderazgo, etc. La responsabilidad es como el hacer, una palabra que nosotros vemos como algo que tenemos que llevar acabo. Hacer es lograr lo propuesto. En este caso podemos poner como ejemplo el llamado, un gran tesoro que Dios nos da para poder extender el Reino. Pero el llamado es un camino con tantos obstáculos que ponen a prueba nuestro corazón.
Hace unos meses, orando por esto, Dios me mostró una gran montaña en la cual tú puedes decidir cómo subirla. Encontrarás obstáculos que te harán confundir miles de veces. En ocasiones, habrá lugares en los que habrá agua y podrás recargar la botella, pero es agua congelada que llevará un proceso de descongelamiento. Por otro lado no hay agua pero… puedes usar la nieve para hidratarte. Aunque la nieve tiene muchos más minerales, bacterias, que el agua que podrías haber elegido antes, que tal vez sea la mejor opción, también puede hervirse.
La frustración, la responsabilidad, el hacer, el vivir, el caminar, el entender y la lengua (o sea, lo que podemos decir) parece que tienen vida propia. En montaña el cuerpo se congela, haciendo que cada parte de ti no pueda moverse y la llegada a la cima sea la idea que pudiste haber tenido, pero puedes dejar de pensar demás y empezar a actuar o dejar que la nieve te empiece a congelar.
Ahora, veamos situación desde el lado espiritual. Por un lado, vemos a Jesús que no permitiría que nos pase eso y por el otro lado podemos ver a una persona que sí. Jesús está ahí y te quiere salvar, pero la persona (tú) ¿se quiere salvar? ¿Quiere llegar a la cima? ¿Quiere levantarse? Y, como cualquier humano asustado, la respuesta es no, prefiere vivir la vida congelado que escalar con la peor nevada de la historia. Tal vez nos hacemos los valientes y decimos “bueno, hay que subir. Jesús, acá estoy, quiero subir, bla bla bla”, pero… ¿tu cuerpo lo entendió? ¿De verdad estás dispuesto/a a dejarlo todo por subir? Puedes, pero a veces no queremos sufrir, no queremos pasar por un momento de transformación porque consiste en entregar todo lo que más amamos y anhelamos.
Yo creo que uno de los primeros obstáculos de esta montaña es el no sentirse capaz, siento que es como el frío que tapa tu boca, ese viento que corta y quema aunque lleves bufanda. Pero para poder pasar hay que escalarlo, hasta que en un momento no lo sientes más.
Puedes decidir pasarlo aunque no te creas capaz. Jesús sabe que tú lo puedes lograr. Que solo tienes que confiar. A veces hay que dejar de entender lo inentendible. En el frío también hay victorias porque Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Hay que volver a levantarse, comenzar otra vez y no soltarse de Jesús jamás.
Basta de simplemente esperar sentados a que Dios baje, cuando podemos llegar a él, podemos escalar hasta él y abrazarlo. No importa si hay que pasar por el frío más horrible o por el calor más ardiente. Simplemente confía, pásalo, si tienes errores entrégaselos a Dios.
Lo que importa es que en la cima está la meta, y ¿sabes cuál es? Es Jesús. ¿Estás listo para levantarte y llegar a la cima? “Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:14).
“Papá, que el Espíritu Santo sea mi abrigo en esta montaña y Jesús mi guía. Cada parte de mí te pertenece, quiero escalar esta montaña porque sé que tú eres mi mayor tesoro. Papá, dame paciencia, entendimiento y paz para esta etapa”.