¿Cuándo vendrán los cambios en este nuevo año? ¿Cuándo podrás librarte de ese pesado 2022, renovarte y aventurarte liviano al nuevo ciclo? Cuando tú lo decidas.
Los cambios en la vida no están atados al tiempo lineal sino a la reflexión y la consecuente toma de decisiones. El 2022 ha sido un año de mucho aprendizaje, no por estar cursando alguna carrera en particular sino por caminar en calles de necesidad junto al mejor Maestro, Jesús. Una de mis lecciones favoritas y que produjeron un gran cambio en mí es la que te quiero contar a continuación.
Por nueve años, sí, leíste bien, viví varios cambios de ciclo, caminé con peso que se acumulaba y era cada vez mayor: el desprecio de una persona que fue muy importante para mí, ingratitud y olvido, relaciones rotas por conveniencia; pecado, frustración, falta de perdón a mí mismo. Por fuera parecía adaptarme a los cambios, reforzaba lo bueno e incorporaba lo nuevo, pero esa frescura y vástago de las nuevas temporadas nunca aparecía. Yo creía tener muy en claro qué hacer y a qué le había dicho “nunca más” y así avanzaba.
Dios me dijo, por medio de mi esposa Carina, que visitáramos a una persona que estaba enferma, una de esas que estaba en mi lista de “nunca más”. A regañadientes lo hice, esperando que descienda un ángel del cielo y me lo impida diciendo “no es necesario que lo hagas, Dios vio tu fidelidad”. Pero no ocurrió, él estaba en su casa, muy dolido y cansado, lo escuché y tragándome mi teología y espiritualidad solo lo invité a orar. Yo quería que Dios lo sane y a mí me fortalezca, pero Él hizo al revés. A él lo fortaleció y a mí me habló como hacía tiempo no lo escuchaba: “tu corazón está sano”. Un gran peso se quitó de mi espalda en ese momento. Uno de esos “nunca más” ya no estaba. Desde ese entonces hasta ahora, no he parado de hacer todo aquello que el Maestro me va indicando y en cada una de esas acciones me voy enderezando un poquito más.
Podría decirte lo mismo con otras palabras, con citas e historias bíblicas. Pero te abro mi corazón para que veas que no eres la única persona en estar cansada, dolida, cargada por tantos años, quizás con la verdad pero sin razón de seguir sufriendo. Y tienes muchas más que podrían hablarte, las que el libro de Hebreos llama “una enorme multitud de testigos” que “por la fe” alcanzaron su victoria. La invitación es “quitémonos todo peso que nos impida correr”, algo que debemos hacer nosotros. “Despojémonos”- refiere la conocida versión Reina Valera 1960 – equivale a la acción de desplumar, arrancar aquello que ya es parte, está agarrado a nuestra carne. ¿Cuántos años hemos esperado que Jesús quite eso y nos aliviane y no ocurrió? Porque Él ya hizo su parte al otorgarnos el perdón y salvación (perdónate tú también). Quitar el peso es dejar de abrazar ese dolor, tomar la decisión aun sin fuerzas, buscándolas en Él: “puestos los ojos en Jesús”.
Vas a comenzar a sentir ese olorcito a lo nuevo, cuando vuelvas a vivir en el Espíritu por encima de tus emociones. Cuando te perdones el haber pecado y tus “nunca más” sean cada vez menos mientras avanzas en este 2023.
Te deseo sinceridad, sé un cristiano genuino, date otra oportunidad las veces que sea necesario. Corre más liviano, por donde anda el Maestro.
“Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante.
Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios.” (Hebreos 12:1,2).