En tiempos de delivery la oración ha perdido el sentido de comunión con Dios y se ha vuelto una mera lista de deseos y antojos para el creyente. “Todo lo que pidieres…” Me pregunto: ¿Todo? ¿Todo lo que tu hijo pide, implora, reclama, le das?
La Biblia nos enseña que Dios atiende el clamor de sus hijos y que Él nos dará todo “conforme a sus riquezas en gloria”, no de acuerdo a nuestros caprichos. Entonces, podemos hacer oraciones correctas y otras desenfocadas.
Pablo dice que tres veces oró al Padre para que le sacara el “aguijón”, su deseo no fue satisfecho (2 Co. 12: 7-10). Marta expresa a Jesús que su hermana obra mal, no fue atendida en su reclamo (Lc. 10: 38-42). Los discípulos piden “fuego del cielo” porque otros no obedecían al Maestro, y Jesús no respondió (Lc. 9: 54). Las madres reclaman que sus hijos estén bien ubicados, a su lado, cuando lleguen al Reino, sus deseos humanos egoístas y de privilegios también fueron ignorados (Mt. 20: 20-24).
La oración no es una oportunidad para presentar una lista de pendientes, deseos y reclamos, es la muestra de tu nivel de conocimiento, comunión y crecimiento espiritual. Un minuto de oración enfocada en la voluntad del Padre puede desatar un milagro, como lo demostró Elías (1 R. 18: 37-38). Una declaración de fe correcta puede generar al instante que suceda lo imposible (Jn. 21: 6).
Entonces, la oración correcta es aquella que está alineada con lo que Dios quiere de nosotros y no por lo que nosotros necesitamos de Él. Conocer lo que Dios quiere agiliza los tiempos, desata milagros y lleva a nuevos niveles de fe.
Reflexionemos en esto, lo que nos enfoca a orar como es necesario no depende de “lo que pedimos” (acción) sino de hacerlo creyendo (actitud). Cuando crees no hay lugar para dudas. La fe no puede disimularse ni actuarse, cuando es fingida, tus palabras de incredulidad quitan la careta de tu disfraz.
Comunión + conocimiento= crecimiento y fe. Cuando no conoces Su presencia ni Su plan para tu vida vives una fe desenfocada, una ideología que Dios no respalda.
Pide de acuerdo a Su voluntad, con fe, creyendo, y entonces sí, lo vas a recibir. Las oraciones no respondidas por Dios son la prueba de que pides fuera de su propósito (Stg. 4:3) o no disciernes los tiempos.
“Señor, ayúdame a orar de manera tal que esté alineado a tu voluntad”