Si ponemos en Google el nombre de Itiel Arroyo, la primera definición que aparece es “Youtuber”. ¿Cuál sería la autodefinición más acertada?
¡Jajaj! La verdad es que me hace mucha gracia saber que la primera definición que Google tiene de mí es como youtuber. No tenía constancia de ello. Siendo muy honesto, no me considero un youtuber, para nada. Considero que soy un predicador que tiene sus mensajes colgados en Youtube. Pero yo me definiría como un predicador del evangelio e intento hacerlo desde una manera bíblica pero relevante para este tiempo. Creo que esa sería una definición con la que me siento más identificado.
¿Te mueve el amperímetro de la autoestima que digan que eres un referente en la actualidad, para millones de jóvenes y adolescentes? Si te vieras en tercera persona, ¿cuál sería la razón por la que crees que se te toma como ese referente?
Honestamente, soy consciente de que hay muchos jóvenes alrededor del mundo de habla hispana que escuchan mis mensajes en internet y siguen mis contenidos en redes sociales o leen mis libros. Soy consciente de que eso, de alguna manera, está influyendo en sus vidas. Pero por una cuestión de salud de mi propio corazón y para no hinchar el ego, intento no pensar demasiado en esto de que me identidad esté basada en ser un influencer o un referente. Más bien intento concentrarme en la tarea que Jesús me ha encomendado, que es pastorear, de alguna manera, a las nuevas generaciones con la verdad del evangelio, intentando traer claridad en medio de un mundo lleno de confusión. Y creo que justamente eso es lo que hace que los oídos de muchos adolescentes y jóvenes estén atentos a lo que digo, porque intento traer claridad a esos asuntos actuales donde existe mucha confusión, como la identidad, la sexualidad, las relaciones, el romance, la pornografía, las nuevas adicciones, las ideologías imperantes en la actualidad, etc. Temas que muchas veces son tabúes en los púlpitos de las iglesias, pero con mucha honestidad intento traer un poco de luz en esa oscuridad.
Y cuando digo que lo hago de manera honesta es mostrándome a mí mismo como alguien vulnerable. No me considero como un predicador que se sube a una plataforma de superioridad moral y habla desde ahí. Considero que soy un predicador que habla desde las heridas de una generación desde sus propias cicatrices. Creo que no hay mayor autoridad para hablarle a esta generación que mostrándole tus propias cicatrices diciéndoles, “mira, yo también he pasado por esto, pero déjame decirte cómo es mi historia de gracia, cómo Dios me rescató y me ayudó”. Creo que esas dos cosas, hablar de temas de actualidad y hacerlo de manera vulnerable hace que los jóvenes estén atentos a mis mensajes.
En tus prédicas haces mucha referencia a las diversas “pasiones juveniles” que pueden hacer tropezar. En tu experiencia y de haber visto tantos casos, ¿cuál crees que es la principal causa por la cual un joven puede alejarse de Dios?
No considero que haya una única causa por la cual un joven pueda alejarse de Dios. Existen diferentes factores, desde la presión social hasta sufrimientos que no tienen explicación, que causan una especie de ofensa en contra de Dios. La culpabilidad por no poder tomar de niño sobre algún área de la vida… no sé, hay muchísimas razones, pero quiero ir a un asunto que me parece primordial, y es que en la “juventud cristiana” –así, entre comillas- del mundo hispanohablante muchas veces hay jóvenes que tienen una cultura cristiana pero no un corazón cristiano. Es decir, son jóvenes que han crecido en el ambiente eclesial, que han crecido en el evangelio gracias a la influencia de sus padres, en un contexto de iglesia local, pero es muy posible que nunca hayan experimentado su propia conversión, su encuentro personal con el Cristo del Evangelio.
Esto lo hablé con varios pastores alrededor del mundo, y les dije “no supongan que estos muchachos que asisten a las reuniones desde que son niños son muchachos convertidos”. Porque la conversión no es la asimilación de una forma cultural cristiana sino la consecuencia de un encuentro personal con el Cristo del Evangelio.
Y veo que a veces vemos que un joven se ha alejado de Dios cuando realmente nunca tuvo un encuentro con Dios. Y afirmo esto porque con muchísimos jóvenes con los que me encuentro en Latinoamérica, cuando les pregunto por qué Jesús es su Señor y Salvador no saben darme una respuesta convincente. Muchos de ellos ni siquiera saben explicarme el Evangelio con sus propias palabras, y si algún joven no sabe explicar el Evangelio, la obra redentora que Jesús hizo en la cruz con sus palabras, intuyo que no ha llegado a una convicción personal y sin eso, no existe una conversión.
¿Qué responsabilidad consideras que le cabe a la iglesia al respecto de estos casos? Hay quienes deslindan esa carga aduciendo que, como la salvación es individual, que cada uno es dueño de sus decisiones. Pero están quienes creen que la iglesia debiera tener una mayor incidencia en las elecciones de sus jóvenes.
No hay duda de que cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad individual respecto a nuestra relación con Dios. Pero creo que es función de la iglesia entender que tiene que exponer a los jóvenes a la verdad del Evangelio y quiero ser enfático con esto. Porque veo que hay un factor común en la iglesia hispanohablante y es que tiene mucha amplitud, pero poca profundidad.
Creo que de manera masiva muchos jóvenes han escuchado hablar de Jesús, pero creo que el pensamiento acerca de Jesús que esos jóvenes tienen es poco profundo, muy superficial. Y creo que la función de la iglesia es no crear lugares de entretenimiento para los jóvenes sino de entrenamiento. Lugares donde puedan ser expuestos a la verdad del Evangelio para que estos jóvenes piensen su fe y la puedan pensar profundamente en medio de un mundo que constantemente va a atentar en contra de esa fe y con muy buenos argumentos. Ahí creo que la iglesia tiene esa responsabilidad de llevar a sus jóvenes a pensar su fe, y no solo con argumentos, sino con el poder del Evangelio. Es tan importante exponerlo a argumentos como al poder del Evangelio para que esa fe no sea superficial, sino una fe profunda y pensada.
¿Qué reflexión haces sobre esta propensión que hay en algunos promotores de “la iglesia en casa”? ¿Reemplaza la vida congregacional tal como la hemos concebido? ¿Qué ventajas y qué peligros visualizas respecto de esta tendencia?
Si de lo que hablamos es del modelo neotestamentario, donde observamos en Hechos de los Apóstoles, por ejemplo, estoy alineado con esto. Porque es un modelo que fomentaba la reunión en el templo y la reunión en las casas, en paralelo. Dice la Biblia que los creyentes se reunían en sus hogares, partían juntos el pan, convivían, estaban en comunidad, adoraban a Dios, oraban, meditaban en las enseñanzas de los apóstoles y lo hacían desde sus hogares. Pero también se reunían en el templo, en reuniones más grandes, masivas, como testimonio público, como adoración corporativa. Esas dos cosas iban en paralelo.
Y hoy en día, mi experiencia me muestra, después de haber viajado por muchos países, que las iglesias de mayor crecimiento son aquellas que conocemos como iglesias de estructura celular, es decir, iglesias que en su estructura tienen grupos pequeños en hogares y la reunión de comunidad funcionando paralelamente.
Ahora bien, si de lo que hablamos es de esta nueva tendencia pospandémica que afirma que uno puede ser iglesia en su casa con su grupo de amigos cristianos viendo predicaciones de su predicador favorito en Youtube, creo que eso no es iglesia y nunca lo será. Porque esa tendencia suele nacer de un corazón rebelde que no quiere someterse a ningún tipo de estructura. Y creo que eso no funciona, no es ser iglesia.
La familia es la institución más vituperada en estos tiempos. ¿Qué grado de importancia tiene tu familia en el desarrollo de tu ministerio?
Creo que la familia está siendo muy atacada, como nunca, probablemente, por parte de este sistema del mundo de las tinieblas. Y creo que es u ataque muy estratégico porque Satanás sabe que si es capaz de destruir a las familias estará destruyendo la iglesia, porque finalmente la iglesia es un conjunto de familias unidas en torno a su fe. Entonces, para mí, en mi caso personal tengo muy claro que si fracaso como esposo y como padre, fracaso también como predicador para la iglesia. Porque creo que mi responsabilidad principal está en ser un buen administrador del regalo que Dios me ha dado, que en este caso es mi esposa y mi hija. Y si fracaso en esta tarea estaré fracasando en lo fundamental, por lo tanto, mi tarea como predicador va a perder autoridad. No tengo ninguna duda de eso.
Según los objetivos que planteas sobre la existencia de la Comunidad Lux, el principal, es traer claridad en tiempos de tanta confusión. ¿Sientes que este movimiento es valorado por la iglesia en general o se lo considera una amenaza a la zona de confort?
Creo que Dios me ha dado la misión de traer claridad en un mundo lleno de confusión. Y creo que esto es algo en lo que me enfoco constantemente en mis mensajes, en mis contenidos, en mis libros… intento traer claridad sobre esos asuntos actuales donde existe gran confusión, como la identidad, el romance, la sexualidad, las ideologías imperantes, y muchos otros. Creo que esto hace que muchos jóvenes me sigan porque me atrevo a hablar de temas que son tabú en muchas iglesias.
Pero también ese cariño me pone en ciertas tensiones y conflictos en dos bandos: en el bando del sistema del mundo, que odia que aborde estos temas de manera bíblica y desde los principios de Dios, pero también desde el ámbito religioso, me ven como una amenaza que hable de ciertos temas que ellos consideran que son tabú, y se sienten incómodos por mi manera de abordar estas cuestiones. Como dije anteriormente, lo hago desde mi vulnerabilidad y de mis propias experiencias. Entonces, sí, traer claridad en medio de la confusión te mete en algunos problemas.
Hace poco se te vio sorprendido en un video por los resultados de una encuesta en la que muchos jóvenes españoles condenaban el maltrato animal, en tanto que justificaban el aborto. ¿Qué pasó en el medio, que no nos dimos cuenta?
Justamente, creo que la respuesta a esta pregunta es “confusión”. Vivimos en la era de la confusión. Hace unas décadas, en la época de nuestros abuelos, en nuestro mundo occidental tremendamente influenciado por los valores cristianos, se consideraba que existían las verdades absolutas. Que existía el limitante entre el bien y el mal y los conceptos eran sólidos. Blanco o negro. Pero hoy vivimos en la era del relativismo de las ideas. Todo es líquido, no hay nada sólido. La moral, la identidad, la sexualidad, todo se ha convertido en algo líquido, moldeable según el antojo de las personas. Lo que necesariamente es verdad para ti no necesariamente es verdad para mí, donde lo que es bueno para ti, no necesariamente lo es para mí. Entonces, vivimos en una era donde se han dinamitado los absolutos y cuando haces eso nos queda un mundo en ruinas. Y es lo que vemos ahora, las ruinas de la civilización occidental. Se está desmoronando y cada vez más en medio de esta caída moral, sexual, ideológica, la gente se va a sentir confundida porque no sabrán sobre qué pararse.
¿Por qué crees que en la actualidad, la iglesia cristiana tiene tan pocos representantes en los lugares de relevancia política o en los medios de comunicación? Aun así, siguen existiendo enunciados antagónicos como “Cristiano vs. Política”, “Cristiano vs. Farándula” o “Cristiano vs. Ciencia”…
No tengo una respuesta definitiva a ese interrogante. Pero quizás los predicadores tenemos partes de responsabilidad en esto al dar entender a quienes nos escuchan que la única manera de servir es siendo predicador o líder de alabanza o siendo profesor en la escuela dominical. Estas cosas son importantes, claro, pero considero que la manera de servir a Dios también es siendo profesores, ingenieros, artistas, políticos, empresarios, etc, con mente y corazón cristianos, que estén influenciando en sus esferas, creando arte, recursos, ideas, que estén impregnadas de valores cristianos. Creo que algunos llegaron a entender esto y otros no todavía. Como que no se han dado cuenta que el llamado de Jesús para la iglesia es ser levadura en la masa, influenciar la masa, ser influencia donde Dios nos puso. No podemos estar encerrados en nuestras estructuras eclesiales, solo estudiando la Biblia y cantar coritos. Tenemos que ser conscientes de que como iglesia, tenemos que prepararnos para ser luz en medio de la oscuridad y la oscuridad está allá afuera, en los lugares de influencia, en la política, el arte, el deporte, la tecnología, las empresas… no sé, quizás todavía estamos con la necesidad de aprender a ser la levadura en la masa, la luz en la oscuridad.
Creo que es muy importante como iglesia recordar que cuando consagramos el trabajo de nuestras manos a Dios, éste se convierte en adoración a Dios. Creo que una de las limitantes en nuestras mentes es pensar que adorar a Dios ocurre un día determinado de la semana en un lugar determinado y con un grupo determinado de gente, que suele ser el domingo en la iglesia con un grupo de hermanos. Creo que la adoración puede darse también de lunes a sábado en nuestros puestos de trabajo, con nuestros compañeros de trabajo si hacemos lo que hacemos consagrándoselo al Señor, diciendo “el trabajo de mis manos es para ti”. Convirtiendo nuestra labor en adoración a Dios, haciéndolo con excelencia. Si cambiamos nuestra mente y somos conscientes de que todo lo que hacemos es adoración a Dios, seríamos personas cristianas que influyen. Creo que nos falta eso, es como que se menosprecia el trabajo, el oficio, como si lo único sagrado es el trabajo dentro del ámbito eclesial. Pero creo que nuestro trabajo, si lo consagramos a Dios, también es sagrado.
Generaste cierta polémica cuando contaste tu postura respecto al tratamiento hacia las personas homosexuales o trans. ¿Notas que vivimos en una iglesia pendular, donde una parte condena a quien busca acercarse a este grupo de gente y la otra parte, en nombre del amor, acepta su estado sin advertirle que necesita un cambio? ¿Se complica mucho encontrar el equilibrio que permita recibir, abrazar y dar todo el amor de Dios a una persona trans, al mismo tiempo de darle a entender que no por eso se está de acuerdo con su estilo de vida?
Creo que uno de nuestros grandes desafíos como iglesia en la actualidad es vivir en esta tensión, de luchar en contra de las ideologías corruptas que confunden a nuestra generación, pero a su vez abrazar a las personas que están confundidas y muchas veces son víctimas de estas ideologías. Aprender a vivir en esta tensión es prioritario y tremendamente difícil, porque cuando golpeamos con nuestro puño a las ideologías, golpeamos también a las personas que están detrás de ellas.
Y lo que no podemos olvidar es que las personas son nuestra misión, porque Jesús murió en la cruz por las personas que estaban rotas, confundidas, pervertidas, torcidas. El murió en la cruz para salvarlas y como iglesia somos catalizadores de esa salvación.
Nuestra misión es confrontar la mentira y hacerlo con el puño cerrado, pero abrazar a las personas, tener los brazos muy abiertos para dar la bienvenida a esas personas y decirles que no somos sus enemigos, sino que estamos aquí para anunciar su salvación. Considero que es muy difícil vivir en esa tensión. Yo mismo estoy aprendiendo a hacerlo. Constantemente tendemos a ir a un lado o a otro, pero el Espíritu de Cristo nos llama a ir al centro radical.
¿Cuáles son aquellos temas que consideras que la iglesia está esquivando su tratamiento en los últimos tiempos? ¿Y cuáles serían las razones?
Quisiera responder esto con bastante optimismo. Porque considero que en la era de las redes sociales, donde cada joven tiene un Smartphone con conexión a internet y que por lo tanto está expuesto a un montón de información como nunca antes, la iglesia se ha dado cuenta de que tiene que apresurarse y dar respuesta a las preguntas que los jóvenes se están haciendo. Y veo que se están levantando constantemente influenciadores, creadores de contenidos, que se están atreviendo a dar respuestas bíblicas y relevantes. Como que estamos en una tendencia de no esquivar las preguntas difíciles.
Un tiempo atrás podíamos huir de estos interrogantes pero nos estamos dando cuenta no que no podemos esquivarlas. Soy optimista y creo que nos estamos poniendo al día, de a poco, y con dificultad porque es cierto que para todos los nuevos desafíos morales, ideológicos y culturales necesitamos mentes muy claras. Pero creo que también estas mentes claras están teniendo un megáfono en internet para hablar a la iglesia y darle recursos muy valiosos. Hoy tenemos acceso a libros buenísimos de apologética cristiana, escuchar a pensadores cristianos que nos hablan sobre ciencia, ética, sexualidad, moral, de una manera muy comprensible. Entonces creo que esquivar ya no es una opción y creo que nos estamos dando cuenta.
Amar, ¿es para valientes?
¡Totalmente! Hace unos años saqué mi primer libro titulado “Amar es para valientes”. Allí abordo temas como el amor romántico, las relaciones interpersonales y la sexualidad. Y lo hago trayendo claridad en medio de estos asuntos donde existe mucha confusión. Quiero animarles a leer este libro donde pueden encontrar respuestas a varias de las preguntas que se pueden estar haciendo.
¿De qué trata tu nuevo libro?
Acabo de sacar mi segundo libro titulado “Incendiario: 40 días para salir de tu apatía y vivir intensamente”. Es una herramienta para ayudar a los lectores más jóvenes a reenfocar su vida en los asuntos eternos. Uno de los grandes desafíos de esta generación es el entretenimiento. Vivimos en un mundo donde constantemente la atención de los jóvenes está siendo absorbida por un montón de propuestas de entretenimiento que consumen su alma. A un solo clic de distancia pueden acceder a horas y horas de contenido en forma de música, videojuegos, memes, series, noticias, fotos… y creo que este exceso de entretenimiento es un ladrón de propósitos y nos desenfoca de los propósitos eternos. Y con este libro pretendo dar una herramienta a los jóvenes para reenfocarse en lo eterno, que descubra que Dios lo llamó a vivir una vida mucho más grande que el entretenimiento que lo adormece. Una vida más emocionante a la cual Jesús nos llamó. Una vida donde somos transformados para transformar el mundo.
Sigue a Itiel Arroyo a través de su página web y sus redes sociales: Facebook e Instagram.
Entrevista: Damián Sileo
Edición: Agustina Sileo
Escuche hoy por primera vez a Itiel Arroyo y me toco grandemente el corazón su predica sobre el espíritu santo