¡Cómo nos conmueve ver a una mujer en desesperación por los suyos! Tambaleándose sin fuerza, pero esperanzada en la fe que el Señor la escucharía cuando siguiera caminando y confiando en ÉL. Este es el carácter de la mujer cananea, aunque para los cananeos no había esperanza ni promesas en Jesús.
En Efesios 2:12 lo dice así: “En aquel tiempo estaban sin Cristo, alejándose de la ciudadanía de Israel y ajenos al pacto de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”. Ella estaba en una ansiedad profunda, la soledad, lo que veía era lo que no quería ver en su hija, mas su corazón conmovido le dio fuerzas y esperanza para moverse.
Es la fe que nos impulsa a creer y movernos para tener la esperanza accionada. A veces en nuestra pobreza espiritual no podemos ver la abundancia servida a la mesa. Aunque pienses que no eres merecedor de tener en Dios, Él te dice que la mesa está servida y hay abundancia para ti y los tuyos.
Cuando entras en su presencia con el corazón dolido y en agonía solo una sencilla oración abrirá las puertas de bendición a tu favor. Dios solo quiere ver en tu caminar que en él es que quieres encontrar esa paz y bondad que necesitas. Hoy es buen día para rendirte a Él, poner todas tus batallas y angustias a sus pies confiando y creyendo.
La mujer cananea pasó por encima de todos los pronósticos y enseñanzas para creer por un milagro. Fue un milagro por fe y acción. Ese mismo milagro está a tu disposición, se llama Jesús. Él es el único que cambiará tu vida y la de los tuyos. No esperes más, Él te ama y quiere bendecirte a ti y a todos los tuyos. Recíbelo en tu corazón con toda fe y entendimiento. Bendigo tu vida y la de los tuyos hoy es un nuevo día para ti. Comienza aceptando a Jesús y recibirás todas promesas.
“Hoy declaro un corazón lleno de abundancia y paz que viene de Dios. Espíritu Santo, enséñame todas las cosas que debo conocer. Que las bendiciones me alcancen a mí y mi descendencia.”