El capítulo 4 del evangelio de Juan describe esta conocida historia, donde Jesús yendo de Judea a Galilea decide pasar por Samaria, y cansado se sienta a esperar en el pozo de Jacob en la ciudad de Sicar. Luego viene una mujer sola, de Samaria, a sacar agua. Jesús le pide agua, la mujer se sorprende que un maestro judío le pida agua. Entablan una conversación sobre el agua y la sed, Jesús le dice que tiene un agua de la cual no se vuelve a tener sed, entonces la mujer le pide de esa agua. Jesús le dice que llame a su marido y ella le dice que no tiene. Jesús agrega, “bien dices, porque has tenido cinco maridos y el que tienes ahora no es tu marido”. La mujer se da cuenta que Jesús no es una persona cualquiera y hablan sobre dónde es el lugar para adorar a Dios. Jesús le dice que viene el tiempo donde no importa el lugar, sino que se debe adorar en espíritu y en verdad. Entonces la mujer declara: “sabemos que ha de venir el Cristo quien nos aclarará estas cosas”. Y Jesús le confiesa: “Yo soy el que habla contigo”. Luego la historia dice que mucha gente de Sicar creyó en Jesús.
Se puede decir que todo lo que Jesús hace en esta historia es transgresor y hoy diríamos, al menos, políticamente incorrecto. Va por un camino que no se debe transitar, habla con una mujer samaritana rechazada socialmente en una cultura muy machista y le revela que es el Cristo (cosa que no había revelado aún a sus discípulos).
De esta maravillosa historia quiero resaltar varias cuestiones. Primero: Jesús va al encuentro de una mujer por un camino que los judíos no transitaban, debido a que con los samaritanos, no se trataban. O sea, había una grieta social, la cual Jesús atraviesa. Segundo: decide esperar en un pozo de agua a una mujer samaritana, que al ir sola a un pozo de agua a la peor hora del día refleja a una mujer rechazada por la sociedad a la cual nadie quiere tratar pero Jesús va a su encuentro y además la espera. Tercero: Jesús le revela cómo es la forma de adorar, que no es el lugar, sino en espíritu y en verdad y Cuarto: Jesús le revela ¡que Él es el Mesías!
A veces nuestras malas decisiones, errores o el rechazo que podemos vivir en distintos ámbitos de nuestra vida, hacen que pensemos que Dios no está interesado en nosotros, que mira a personas muy calificadas y de una santidad casi perfecta. Esta historia demuestra que Jesús, está esperando a que hablemos con Él, y en esa charla poder ser enseñados, sanados y amados por su Espíritu Santo.
Decidir por Jesús es una cuestión de cada día. El Espíritu Santo está más cerca de lo que podemos pensar, está a solo una oración de distancia. Quizá hoy estas líneas sean el pozo de Sicar, donde Jesús te espera para hablar con Él, en espíritu y en verdad, es decir, con un corazón humilde y dispuesto a disfrutar de su amor incondicional. Yo no me perdería este encuentro por nada en el mundo, ¿y tú?
“Señor Jesús, así como esperaste por aquella mujer despreciada por la sociedad, te pido que esperes por mí. Voy a ti, como esa persona sedienta en medio del desierto, para recibir esa agua de vida que prometiste”.