Cuenta una historia que, dos niños patinaban en una laguna congelada. La tarde era fría y los niños se divertían haciendo piruetas y reían cuando, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. El otro, viendo que su amiguito se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró quebrarlo y salvar la vida de su amigo.
Cuando llegaron los bomberos, se preguntaron: ¿Cómo lo hizo? ¡El hielo está muy grueso! ¡Es imposible que lo haya podido quebrar con esa piedra y esas manitos tan pequeñas! Un anciano respondió: -¡Yo sé cómo lo hizo! -No había nadie para decirle que no podía hacerlo.
Podemos nublar la realidad, por prestar atención a las voces equivocadas. Ellas no quieren que escuchemos ni vivamos lo que nos fue dado, aquello por lo que Alguien pagó un precio incalculable. Ellos, nuestros angustiadores, prefieren que no los veamos, pero que sepamos que están ahí, al acecho, esperando para presionar el botón de “Angustia” o “Desesperación”, el de “Es imposible”, el de “Autoboicot”. La intención es que veamos el cuadro equivocado.
No importa cuántos botones presionen, hay un cuadro que es real. Una mesa, con manjares, en compañía de mi Señor, y una silla con mi nombre. Ahí encontraré un público forzado a ver lo que no quiere. Una vez más, tengo entrada a esa mesa, soy invitado a un banquete que alguien pagó por mí, mi nombre está escrito en la silla.
No pierdas de vista la mesa ni el paisaje. Son importantes las delicias, pero sin perder de vista que aquellos que buscan mi mal, me ven sentado a esa mesa, en compañía de quien los venció. Ahí está Jesús y es quien dice “Disfrutemos del banquete”.
“Señor, hoy decido creer que me invitás a sentarme con vos a esa mesa. Elijo mirar las cosas como las ves tú. Hoy declaro que no necesito ser valiente, y reconozco que mis fuerzas muchas veces no alcanzan. Hoy elijo creer, afirmarme, establecerme en tu palabra, y entonces, vivir como hijo, ese cuyo Padre tiene en la palma de su mano y no piensa soltar. Hoy elijo creer. Hoy elijo confiar en Ti, en el Dios de lo imposible”.