Fue en 1912 que lo que hoy conocemos con SITB (Seminario Internacional Teológico Bautista) empezó en su encomiable tarea de formar pastores y líderes para que condujeran la incipiente iglesia que comenzaba a tomar forma en la Argentina.

Lo cierto es que desde aquél viejo edificio de Bolaños 150, en la Ciudad de Buenos Aires, donde tímidamente un puñado de jóvenes comenzaron sus carreras de Teología, se empezó a gestar una historia que hoy lleva 110 años de vida, más de 2600 egresados y decenas de misioneros en los más variados países del mundo, incluso en aquellos donde el evangelio es reprimido.
Viviana Barrón de Olivares es la primera mujer en dirigir tan prestigioso establecimiento, desde 2017, tras los pasos de verdaderos próceres de la educación cristiana como Santiago Canclini, Stanley Clark, Daniel Tinao, Pablo Deiros y Carlos Villanueva, entre otros. Todos ellos, pastores que han tenido sus diferentes desafíos en las épocas que les tocó dirigir la institución: creación, afianzamiento, crecimiento, decisión de oficializar las carreras, incorporación a la educación oficial sin que eso pusiera en riesgo la visión ministerial del SITB… hoy, los desafíos son distintos, más complejos, y Viviana lo cuenta de esta manera.
“En el presente el SITB se encuentra en un proceso de crecimiento y cada año es un desafío convocar a estudiantes para las diferentes carreras y programas. No solamente para las diez carreras con título oficial, sino también para los programas institucionales de grado y posgrado, los cursos cortos, diplomados y el Programa de Formación Ministerial por extensión”.

En el imaginario popular eclesiástico del siglo pasado, estaba la idea de que uno iba al Seminario para estudiar y “recibirse de pastor”. Pero, ¿cuál es la amplitud del título obtenido en el seminario para el ejercicio de un ministerio?
En las iglesias bautistas, el título de pastor lo dan las congregaciones, no el seminario. En eso somos diferentes a otras denominaciones. La carrera más parecida a lo que originalmente era la Licenciatura en Teología es la “Tecnicatura Superior en Teología”. Dura cuatro años y tiene dos orientaciones: investigación bíblica y teología práctica. Ese título oficial, con validez nacional tiene incumbencias para trabajar en espacios de capellanía y en producción editorial de materiales de estudio, además de los roles eclesiales. Incumbencias similares tiene nuestra carrera a distancia con título oficial la tecnicatura en Orientación Teológica.
El seminario también brinda formación para la tarea docente con el Profesorado en Ciencias Sagradas, en Psicología, en Filosofía y en Música. Esos títulos permiten la inserción en instituciones educativas de gestión privada y pública como cualquier título docente.
Además, tenemos la tecnicatura superior en Trabajo Social y en Música. Con esos títulos nuestros egresados trabajan en instituciones muy distintas y puede acceder a puestos de trabajo que permiten la inserción en sus comunidades.
¿Crees que la iglesia le presta debida atención a la formación teológica de sus liderazgos locales?
Las iglesias no son todas iguales. Algunas congregaciones sí prestan atención porque se dan cuenta que cuando el liderazgo está capacitado el ministerio es más fructífero y se ahorran errores por desconocimiento. Todavía hay congregaciones que le tienen miedo a la capacitación porque la miran como algo contrapuesto a la guía del Espíritu. Creo que cuando la Biblia habla de la “gran nube de testigos” también se refiere a personas que han aprendido y de quienes podemos nutrirnos y aprender con sus aciertos y sus errores para facilitar nuestro propio andar ministerial. El ministerio educativo de la iglesia es fundacional y la enseñanza es uno de los dones del Espíritu. La trampa es ver la capacitación como algo solo humano, solo racional y no espiritual; cuando en realidad el trabajo docente es profundamente espiritual.

Luego de asumir la dirección del instituto, ¿con qué escollo te encontraste primero?
Yo venía trabajando como vice-rectora hacía ya cinco años, así que no fue un cambio dramático. Lo más complejo es la gran variedad de tareas y trabajos que requiere ser rectora y representante legal frente a las autoridades. La contracara de la titulación oficial es que recibimos muchos requerimientos de diferentes organismos sobre cuestiones académicas, pero también laborales, edilicias… muchísimo trabajo.
El equipo de trabajo del SITB es un equipo grande, de casi ochenta personas. Compartimos mucho de esas cargas de trabajo y es un placer coordinar las tareas.
El nuevo siglo trajo consigo un sinnúmero de cambios en la sociedad, que hicieron –y hacen, todavía- replantear a la iglesia sobre cómo deben abordarse determinados temas. ¿Cómo colabora el SITB en la formación de líderes para que no solo se conviertan en hábiles predicadores, sino que sepan afrontar con una respuesta certera a los grandes cuestionamientos que la gente tiene de la fe en este tiempo donde todo es relativo?
Los planes de estudios del SITB son actualizados permanentemente. En las carreras oficiales nos lo exige el sistema educativo y en los programas institucionales lo hacemos de manera anual. Además sumamos un programa de formación permanente con cursos cortos y diplomados que van buscando dar respuestas actuales a problemas emergentes. Por otra parte, una riqueza de nuestro equipo docente es la interdisciplina. Muchos somos pastores, pero además, tenemos formación profesional en Teología, Trabajo Social, Psicología, Medicina, Ciencias Sociales, Ciencia Política, Comunicación, Derecho, Ciencias de la Educación, Neurociencias, Psicopedagogía, Psiquiatría, Orientación familiar… Eso nos permite trabajar con abordajes profundos y con fundamentos interesantes.

¿Existen otras especialidades o asignaturas fuera de las estrictamente teológicas, que sirvan como complemento a la tradicional educación bíblica? ¿Cómo y cuánto fue creciendo la currícula y la oferta educativa del SITB en los últimos años?
Como mencioné ofrecemos carreras de Trabajo Social, Música, Psicología y Filosofía. Se fueron abriendo en la medida en que recibimos también la demanda de esas formaciones a lo largo de los años. Música y Teología fueron “desde siempre” campos de formación del SITB. Las demás se fueron sumando en este siglo, paulatinamente.
Eres la primera mujer en más de 100 años en llegar a ser la máxima autoridad del instituto. ¿Qué lectura haces de eso?
Creo que, si bien los espacios educativos han sido ocupados mayoritariamente por mujeres, eso tiene una historia un poco diferente en lo teológico, como en los roles pastorales, que en muchas iglesias son exclusivos de los varones. Creo que son procesos culturales y sociales a los que la iglesia no es ajena. Sin embargo, el SITB siempre fue mixto, desde sus orígenes y hemos tenido autoridades académicas mujeres en diferentes roles. Lo de mi rectorado tiene que ver con mi pertenencia y desarrollo en la institución. Empecé a trabajar hace 23 años, entonces fue un proceso muy “natural”, si se quiere, mi participación en la gestión y la invitación a asumir el rectorado.
El SITB ¿es una institución que sólo recibe alumnos de todo el país y de América Latina, o está descentralizado?
Nuestra sede en Buenos Aires recibe estudiantes de diferentes países. Quienes quieren acceder a los títulos oficiales en carreras de cursada presencial deben venirse por unos años a cursar. En la carrera con título oficial a distancia tenemos muchos estudiantes que cursan desde sus países. Y la modalidad a distancia facilita muchísimo.
En nuestros programas institucionales trabajamos con subsedes que funcionan en convenio con iglesias en Alemania, Estados Unidos, México, Chile y Nicaragua; además de ciudades del interior de Argentina también. Esos programas son descentralizados.

¿Cómo está compuesto el plantel docente en la actualidad?
Somos setenta profesores. El 60% son varones y el 40% mujeres. El 46% son pastores. Todos tienen títulos profesionales para poder dar clases y el 71,5% tiene formación teológica sistemática.
¿Hasta cuándo se extiende tu función al frente del Instituto Bíblico? ¿Qué harás luego que termine tu ciclo?
Mi designación no tiene previsto un ciclo específico por tratarse de un instituto incorporado a la educación oficial. Cuando mi ciclo termine, Dios dirá. Con mi familia estamos siempre dispuestos a seguir la guía del Señor hacia donde él nos lleve a servirles.
Por último, has recogido el legado que los directores anteriores han dejado para las autoridades venideras. ¿Cuál será el tuyo para la próxima generación de teólogos que tomarán la dirección de la entidad?
Es una pregunta difícil, porque no sé efectivamente qué sucederá. Mi intención es siempre fortalecer la relación del seminario con la iglesia local y formar gente capaz de llevar adelante ministerios efectivos para la transformación, pero no solo dentro de las iglesias, sino también en la sociedad a través de las muchas maneras en las que Dios abre puertas para que sus hijos sean de bendición e influencia. Espero contribuir al diálogo con otros, a la profundización del estudio con un alto nivel académico y con claras raíces bíblicas sin perder la frescura de la búsqueda de la relación con Dios y el crecimiento espiritual. Siempre los equilibrios son desafiantes: profundas raíces en la Palabra, alto vuelo académico y una espiritualidad que nos ancle en el incomprensible amor de Dios.
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