Ya se sabe la situación de la iglesia en Cuba, desde hace décadas, con la tiranía castrista cercenando todo tipo de libertades de expresión y culto. La misma fue sostenida con la continuidad del hermano del histórico dictador y actualmente con el régimen presidido por Miguel Díaz Canel, que a pesar de querer demostrarse como más moderado, mantiene las mismas restricciones de siempre en cuanto a las posibilidades de la iglesia de expresar su fe. O más acá en el tiempo, en la Venezuela chavista, donde se está queriendo instalar la figura del ex dictador como una deidad (ciertos monumentos y panteones dan fe de esto). Y más recientemente, los reportes que llegan desde Nicaragua, donde se está produciendo una persecución cada vez más feroz por parte de Daniel Ortega, quien junto a su esposa, Rosario Murillo, dirigen los destinos de esa nación desde hace una década y parecen no querer salirse de allí.
Censuras, vigilancia a pastores y curas y una reciente prohibición de la celebración de una misa católica en la que esgrimieron un absurdo argumento, son los puntos salientes de un informe de la ONG Puertas Abiertas, que se encarga de informar al mundo libre la actualidad de la iglesia perseguida. Si bien hay un ensañamiento de Ortega contra la Iglesia Católica, los evangélicos también se ven afectados por las mismas medidas, sufriendo los abusos del régimen orteguista.
“A raíz de las protestas realizadas en 2018 contra las reformas sociales del gobierno de Ortega, varios pastores pasaron a ser fuertemente vigilados y recibieron restricciones de movilidad dentro y fuera del país”, comienza diciendo el informe de Puertas Abiertas. Y continúa: “Cualquier mención a la libertad social y voz profética está vigilada por el Estado. El gobierno aprobó recientemente leyes que están afectando directamente a las ONG y los Centros Educativos del país. Varias instituciones cristianas fueron prohibidas de continuar su funcionamiento a causa de esta ley. Se estima que en lo que va del año, por lo menos, 1.400 organizaciones sin fines de lucro han sido cerradas por el gobierno”.
Las investigaciones realizadas por Puertas Abiertas, demuestran que se ha incrementado la oposición del gobierno por encima de la democracia afirmando la imagen dictatorial que se veía venir desde años anteriores. Durante los últimos meses, el Estado ha usado las leyes previamente establecidas para incrementar su mano dura contra todo lo que considera “enemigo del gobierno”.

Ortega y su esposa, Rosario Murillo, quien se ha desempeñado como vicepresidente durante dos mandatos, sospechan de todas las personas u organizaciones vinculadas a las protestas de 2018. Han cerrado universidades, ONG y otras instituciones que en algún momento expresaron su descontento con las políticas de la pareja por delante de la presidencia.
Mensaje cristiano: mensaje de odio
En sintonía con los discursos progresistas de varios países de América Latina, en Nicaragua también se está comenzando a calificar de “mensaje de odio” o “incitación a la violencia” a cualquier crítica o mínimo cuestionamiento a las políticas arbitrarias del gobierno de Daniel Ortega.
Un líder cristiano de cierta relevancia en el último tiempo en Nicaragua, Rolando Álvarez, tenía programado un servicio religioso público para el 4 de agosto pasado, pero la policía intervino para impedir que el mismo se realizara, argumentando que “incitaba la violencia de las multitudes y apoyaba los movimientos para desestabilizar la nación”. Bajo ese mismo pretexto, muchos líderes sufrieron la misma prohibición y quienes osaron demostrar algún tipo de resistencia, terminaron encarcelados. Hasta donde se sabe, son 22 los líderes cristianos, entre católicos y evangélicos, que están tras las rejas.
En consonancia con esta persecución, el gobierno nicaragüense clausuró en el último tiempo 7 estaciones de radio pertenecientes a iglesias o instituciones religiosas. Para dar mayor precisión, mencionaremos a la iglesia Divina Misericordia, una de las más salientes del país centroamericano, al cual le clausuraron sus estaciones de radio y televisión, confiscándole sus equipos, luego de un violento allanamiento de la policía que dejó algunos heridos. Durante la arremetida, un grupo de congregantes de esa iglesia intentó defender su propiedad hasta que la policía realizó disparos al aire para dispersarlos. Esto sucedió el pasado 1 de agosto en la ciudad de Sébaco. Casualmente, las instalaciones de Divina Misericordia fue donde se refugiaron unos estudiantes universitarios que fueron víctimas de la masacre policial perpetrada hace cuatro años, cuando intentaron manifestarse en contra del régimen dictatorial de Ortega.
Iglesia silenciada
Es notable el acallamiento de la iglesia que el gobierno nicaragüense intenta lograr. La rapidez con que elaboran leyes para seguir recortando las libertades y la misma celeridad para su puesta en rigor, no hacen más que demostrar el intento de la pareja presidencial por adueñarse de las voluntades de los ciudadanos y de las instituciones disidentes.
Regularizar las iglesias es un verdadero desafío en Nicaragua. Se requieren nuevos documentos casi mensualmente y hay rumores de una nueva ley que apunta a colocar a todas las iglesias del país bajo el escrutinio de un nuevo organismo de control. El gobierno afirma que esta medida busca evitar acciones ilegales de las iglesias contra la población, pero las burocracias en realidad solo han cooperado para cerrar y confiscar los bienes de las iglesias que han operado regularmente durante años.

El gobierno también ejerce presión sobre la relación con los países extranjeros. Los ciudadanos e instituciones nicaragüenses tienen prohibido cualquier tipo de interacción con el mundo exterior, incluida la financiación, ya que el gobierno afirma que hacerlo representa un riesgo para la seguridad nacional. Muchas iglesias y ONG que cuentan con la ayuda de organismos internacionales han cerrado por este motivo.
“Los cambios están ocurriendo rápidamente debido a las entidades gubernamentales que han sido enviadas por el presidente para hacer cumplir las leyes que sancionan y encarcelan a los presuntos opositores. Las ONG cristianas que habían operado en el país durante años han sido cerradas y las iglesias enfrentan el desafío de mantener los documentos al día, ya que cualquier desliz resulta en el cierre de la iglesia y la suspensión de los servicios”, comentó un pastor local que prefirió hacerlo desde el anonimato por temor a posibles represalias.
Otro pastor, bajo la misma condición, afirmó: “Se acerca una persecución fuerte, hay más temor, más silencio. La iglesia es la que debe denunciar la injustica, pero creo que va a venir más silencio.”
El comunicador social colombiano David Fandiño se pronunció en esta misma web, en su columna “¿Qué está pasando con los creyentes en Nicaragua?”, advirtiendo sobre cómo el régimen de Ortega pulverizó la libertad de culto de un país que, en algún momento no tan lejano, ostentó la estadística más alta de América Latina, de porcentajes de cristianos en su población: poco más del 90% se declaraba cristiano. La encuesta, realizada por el portal DatosMacro.com es de 2010, hace apenas 12 años.

“El hermoso país centroamericano, cuya población se destacaba por ser creyente y manifestar con fervor la libertad de culto, hoy en día se encuentra oprimido por un estado que los persigue violando un derecho fundamental como lo es la libertad de culto”, expresó Fandiño en su escrito.
Fuente informativa: Puertas Abiertas, Infobae, diario El País, web Artículo66