En una iglesia cristiana de Bogotá se gestó el que hoy avanza como el grupo musical más prometedor de la música gospel de Latinoamérica: Generación 12 (G12). Sus canciones han superado los 50 millones de reproducciones en Youtube y reúnen a 2 millones de seguidores en Facebook e Instagram. Fundados en 2007, han logrado grabar con referentes tradicionales de esa industria como los mexicanos Marco Barrientos y Marcela Gándara.
Su éxito tiene como respaldo, además de sus populares canciones, a la Misión Carismática Internacional (MCI), una megaiglesia colombiana que tiene presencia en 17 países, incluyendo a Estados Unidos, Canadá, España, Francia y Países Bajos. En 2010 ese movimiento decía tener unos 250.000 fieles en todo el mundo, por lo que para este año la cifra podría ser del doble, pero no existen datos públicos sobre el tema.
Además de contar con cerca de 17 propiedades en todo el país, un grupo musical exitoso y miles de asistentes a sus iglesias, la MCI tiene en Colombia una cadena de radio y una plataforma de streaming que transmite sus convenciones en vivo y ofrece una membresía “premium” que permite el acceso a reflexiones en video por un costo adicional.

Lejos de ser una industria que viva de la caridad, la música cristiana ha sabido apalancarse en sus comunidades para crecer a nivel nacional e internacional. “Lo que la gente no entiende es que la industria cambia pero el negocio no”, explica Henry Alonzo, fundador de Adarga Group, una de las productoras de artistas cristianos más relevantes de la escena musical en Estados Unidos y Latinoamérica. Con oficinas en Washington, Río de Janeiro, Bogotá, Nashville, Los Ángeles y Ciudad de México, se encargan de ayudar a los empresarios anglo a conquistar el público latino en la región y en Estados Unidos y a artistas como Generación 12 a competir por el mercado en español en ese país, en donde la industria mueve millones de dólares al año.
A diferencia de la industria de la música tradicional -o música secular, como la llama el empresario de Adarga Group– en la industria de la música cristiana muchos de los artistas son sus propios compositores, por lo que los ingresos que reciben no solo vienen de los shows en vivo, sino también de los derechos de reproducción de sus canciones. “Esto la hace una industria independiente en un 95%”, detalla.
“Otro fenómeno importante es que en la música gospel las canciones no pierden vigencia tan fácilmente, porque no existe esa competencia por lanzar más y más canciones. Por eso es común que una canción que se estrenó hace 20 años continúe generando rentabilidad por reproducción, que puede ser de unos 150.000 dólares al año”, menciona Alonzo.
Según explica Alexandria Dávila, CEO de Adarga Group, un artista de música cristiana consolidado en el mercado puede recibir entre 1 y 3 millones de dólares anuales solo por sus derechos de reproducción y streaming. A esto se suma lo que recibe por conciertos en estadios e incluso dentro de sus propias iglesias: por una presentación pueden ganar entre 5 mil y 30 mil dólares libres, excluyendo ya los gastos de producción del evento. El grupo guatemalteco Miel San Marcos, por ejemplo, fue sold out en el Crypto Arena de Los Ángeles, uno de los escenarios más lujosos del mundo, con capacidad para 20.000 asistentes y sede de equipos de la NBA Los Angeles Clippers y Los Angeles Lakers.
Las cifras cuando se trata de un artista emergente no son despreciables: solo sus reproducciones en streaming y derechos por sus obras originales pueden generar entre 15 mil y 30 mil dólares anuales.
Incluso artistas como la neoyorkina Christine D’Clario han apostado por la industria fundando sus propias productoras musicales. Su sello Grace House Music ha firmado con artistas en los mercados en español, inglés y portugués, en este último obtuvo su primera nominación al Latin Grammy en 2020 de la mano del brasileño Arthur Callazans.
Esta es una industria profesional, que no improvisa. Muestra de eso es que la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación tiene categorías especiales para la música cristiana en los Grammy Latino (2) y los Grammy anglo (5). Además, desde hace 50 años se entregan en Estados Unidos los Dove Awards, creados por la Asociación de Música Gospel (GMA, por sus siglas en inglés) que destacan lo mejor de la industria musical cristiana en categorías que incluyen rock, pop, country, hip hop, entre otros.
Colombia, un hub en Latinoamérica
Desde Adarga Group indican que el país se ha convertido en un puerto importante a la hora de crecer en el sur del continente. La afirmación tiene sentido si se considera que ante el Ministerio del Interior existen al menos 3.600 iglesias cristianas y cerca del 57% de los colombianos mayores de 18 años se definen como católicos, mientras que otro 21,5% dicen ser de diversidad protestante, que agrupa a iglesias cristianas, evangélicas pentecostales, protestantes y adventistas. Así lo reveló un estudio de la Universidad Nacional y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (2020).

Sumado a esto, indica la CEO de Adarga, el país tiene una amplia variedad de emisoras, programas de televisión y eventos masivos de carácter cristiano. El bogotano Álex Campos es uno de los artistas más escuchados a nivel Latam en cuanto a música gospel se refiere: sus canciones tienen más de 60 millones de reproducciones en Youtube.
Datos de Invest in Bogotá detallan que la capital del país cuenta con 1.983 empresas relacionadas con la música, 89,69% de ellas pymes, de acuerdo con la Cámara de Comercio de Bogotá. Solo los establecimientos que se alquilan para actividades del sector reportaron ganancias por cerca de 600.000 millones de pesos en el último año, reportó el Dane.
Para los ejecutivos de Adarga este sin duda es un momento clave en la industria, que se fortalece con el crecimiento de las plataformas de streaming en todo el mundo. “Por años el factor de comercialización había sido un problema porque las emisoras cristianas no suelen ser comerciales, así que la rentabilidad era muy baja para los artistas, pero Spotify, Deezer, Amazon Music y otras plataformas están cambiando ese panorama”, concluye Henry Alonzo.
Fuente: Forbes Colombia