Podemos resaltar dos tipos de personas a la hora de clasificarlas por su relación con el dinero. Están quienes hacen del dinero un objetivo, y quienes hacen del dinero, un vehículo para llegar al objetivo.
Siervos del dinero
El primer grupo de personas no requiere mayores interpretaciones. El mundo está lleno de gente avara cuya única meta es llenarse de dinero. Personas que acumulan fortunas para estar en los rankings de las revistas especializadas en negocios. Luego, esa persona se muere, no se lleva nada y deja una inmensa cantidad de plata que solo sirve para que sus herederos se peleen para adueñarse de ella.
Esa persona vivió para ser un siervo del dinero. La avaricia hizo que ese fuera su único objetivo en la vida. Cuanto más dinero, menos posibilidad de disfrutarlo. Cuando el dinero no tiene un destino para el cual ser utilizado, solo queda en eso: acumulación. Ya lo dijo Jesús en una de sus parábolas: no acumulen riquezas en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen. Por otra parte, en la parábola de los talentos, elogia a quien hizo producir más riqueza con el dinero que le dio su amo. ¿En qué quedamos, Jesús? ¿Debemos producir riquezas o no debemos hacerlo?
Recordemos aquél episodio de Jesús y el joven rico, quien le preguntó al Maestro qué debía hacer para heredar la vida eterna. “Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios. Tú sabes los mandamientos: ‘No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre’. Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud, dijo el hombre. Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: ‘Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me sigues’. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes”. (Mr. 10:18-22).
La enseñanza de este texto es que el Señor no quería su plata; solo quería que este joven cambie su prioridad. Su tesoro no era Dios: era su dinero. Y el dinero nunca es nuestro destino final, siempre debe ser un medio.
El dinero es importante. ¡Claro que es importante! Hay una frase mal utilizada, y es “el dinero no compra la felicidad”. Se podría decir que es una media verdad, porque la pobreza no compra nada.
Amos del dinero
Esta pregunta nos lleva al segundo grupo de personas, las que hacen del dinero, un vehículo para llegar a objetivos supremos. Son aquellos que en vez de ser siervos del dinero, son los amos. No los gobierna el dinero, sino que ellos deciden cómo hacer que el dinero sea funcional a sus objetivos.
Si piensas o crees que el dinero no es importante, entonces despídete del dinero. El dinero no es malo, va a depender para qué lo uses. El dinero te permite generar empleos, ayudar al que necesita, vivir bien, extender el Reino. La Biblia dice que no se puede tener dos señores porque amarás a uno y aborrecerás al otro. El problema es cuando la gente ama el dinero y usa a las personas. Para nosotros es al revés: amamos a las personas y usamos el dinero. Nunca el dinero puede estar sobre nosotros, sino siempre abajo nuestro.
¿Qué dice la Biblia?
A continuación un breve pantallazo de lo que dice la Biblia acerca del dinero:
Salmos 34:9-10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
“Temed a Jehová, vosotros sus santos; Pues nada falta a los que le temen.
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.
¡Atención! Nada falta a los que le temen. Este es el nivel de los hijos de Dios. ¿Llegamos a este nivel?
Job 22:21-25 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz. Y por ello te vendrá bien.
Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón.
Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción; Tendrás más oro que tierra
y como piedras de arroyos oro de Ofir;
El Todopoderoso será tu defensa, Y tendrás plata en abundancia”.
A veces tenemos tendencia a criticar la prosperidad, por eso no tenemos.
1 Timoteo 6:17-18 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos”.
Todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. ¿Las estás disfrutando?
Durante muchos años nos vendieron un evangelio religioso y pobre. Por eso muchos son esclavos de la pobreza. En contraposición, muchos también nos quieren vender la prosperidad material como un fin en sí mismo, empujándonos al peligro de ser amadores del dinero. A través de sus enseñanzas, Jesús marcaba un permanente equilibrio. Mientras le decía al joven rico que vendiera todo y lo diera a los pobres, daba el ejemplo de un señor que se enojó con un siervo que no supo multiplicar su capital. ¿Acaso fue contradictorio? ¡Para nada! Supo aplicar sus enseñanzas a cada circunstancia, contexto y, fundamentalmente, a cada persona. No podemos confundir abundancia con amor al dinero. Dios quiere que vivamos en abundancia, pero que eso no signifique que debamos acumular riquezas sin sentido, “donde la polilla y el orín corrompen”.