Un hombre decidido, casado y con tres hijos, de edad media decidió concluir su carrera universitaria. Se propuso hacer lo que no pudo en los días de su juventud. Con gran esmero, y no poco sacrificio, acudió a la casa de altos estudios, se informó sobre el estado de las pocas materias que le restaba aprobar y se dispuso a estudiar para concluir cada uno de los exámenes pendientes. Sumó créditos, trabajó como nunca antes…
¿Cómo le fue? Luego de largos meses de estudio en los que efectuó verdaderos “malabares” para coordinar su agenda actual de vida, sin descuidar su rol como esposo, padre y empleado de una importante empresa de la ciudad, aprobó la totalidad de las materias que habían quedado pendientes, recibiendo finalmente el anhelado título de Ingeniero Civil.
Objetivos, metas, decisiones
Este hombre pudo comprobar que las metas no son cuestiones menores, sino que llegan a ser verdaderos peldaños que nos guían en la escalera ascendente de la vida. Pero no tienen ningún valor en sí mismas si las aislamos de los objetivos, hechos que sin duda llegan a ser “la meta de las metas”: el fin hacia el cual debemos dirigir nuestros mayores y mejores esfuerzos.
Los objetivos globales concretos como por ejemplo, “terminar una carrera universitaria”, nos llevarán a fijarnos metas concretas de realización posible: “aprobar cada uno de los exámenes pendientes”, “reordenar mi cronograma diario de actividades”, “dedicar menos tiempo al ocio”, entre otras.
El gran rey Salomón expresó: “La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida” (Proverbios 13.12).
El secreto es dar un solo paso a la vez. Plantear objetivos alcanzables a corto paso. No desalentarse ante las dificultades. Saber que la guerra se gana no en una batalla, sino después de varias victorias. Además recordar que tampoco se pierde en una batalla que no obtuvimos a nuestro favor. Pero además poner metas claras, precisas, que sean posibles de lograr.
¿Y tú? ¿Cómo transitas este año? Tal vez comenzaste con gran ímpetu, y estableciste importantes metas sobre diversos tópicos de la vida. Puede ser que estés logrando el cumplimiento de cada una de ellas, o tal vez ya hayas bajado los brazos o te hayas dado por vencido. Sin embargo, sea como fuere tu situación, tienes que saber que todavía estás a tiempo para definir objetivos globales y afirmar metas cortas que te permitan examinar tu progreso.
Cada vez que comenzamos un ciclo calendario es bueno poner por escrito las metas a las que queremos arribar. Hacer un plan con objetivos y estrategias que nos ayuden a concretar nuestros sueños. Hay que hacer ajustes en tu estilo de vida quizás. Mike Murdock dice en su libro Secretos del Liderazgo de Jesús publicado por Peniel/Vida que “Cuando quieras algo que nunca tuviste, haz algo que nunca has hecho. Miles fracasaran en la vida, porque no están dispuestos a hacer cambios”.
Dile NO a la crítica que no te permite avanzar
Haz lo que debas hacer. No te detengas por las críticas, examina la intención de la misma. Hay individuos que te criticarán sólo por interés propio y con el afán de detener tus planes.
“… ¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?” (Mt. 9:11 NVI).
“… ¡Mira! Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido en sábado.” (Mt. 12:2 NVI).
“… los fariseos y los maestros se pusieron a murmurar: ‘Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos’” (Lc. 15:2 NVI).
Hazlo bien hecho. El hacer las cosas bien hechas producirá por lo menos dos efectos: Dejará ver que trabajamos para Dios y daremos el ejemplo y produciremos deseos de ser imitados.
“Con tus buenas obras, dales tú mismo ejemplo en todo. Cuando enseñes hazlo con integridad y seriedad”. (Tit. 2:7 NVI).
Hazlo a tiempo. Hacer las cosas a su tiempo es “no hacerlas antes ni hacerlas después de lo debido”.
“Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace debajo del cielo” (Ec. 3:1 NVI).
“Un tiempo para intentar, y un tiempo para desistir; un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar” (Ec. 3:6 NVI).