Y antes de que pases a dejar un mal comentario porque piensas que el título de este artículo no va con Vida Cristiana te invito a leer mi postura y luego dejes tu opinión.
¿Por qué esto nos debería importar como creyentes? Primero déjame aclarar que no hablo del caso en sí, ni mucho menos de los detalles, pues de eso hay mucho en redes y cada quien tomará partido y su propia decisión.
Hoy me quiero centrar en esto que leí hace poco: “No todo hombre es culpable de violencia por ser hombre y no toda mujer es inocente por ser mujer”. Una frase que se hizo viral en redes porque demostró que no es cierto lo que el feminismo nos ha hecho creer por años.
Déjeme refrescarle un poco lo que pasó: Una mujer hace una fuerte declaración de violencia por parte de su compañero sentimental y automáticamente el mundo se volcó en contra de este hombre haciéndolo perder su dignidad, su trabajo, su ingreso y su reputación, entre otras cosas. Una declaración que no dejó lugar a la duda y dio por sentado una verdad sin probar la veracidad de esta.
A la protagonista de este caso le bastó con decir unas palabras de acusación que hicieron eco en uno de los diarios más importantes de la nación para convertirse en víctima y héroe por denunciar, y al acusado le tomó 10 años, un juicio largo de difamación y 89 audios para demostrar su inocencia y la maldad con la que actuó esa mujer. Esto lo estableció la juez finalmente.
Si con la ayuda del feminismo y #metoo una mujer con mentiras destruyó la vida de un actor famoso, millonario y con contactos ¿imagínate lo que te podría pasar a ti, tu hijo, hija, hermano, padres, amigos?
La palabra nos habla sobre emitir juicios, sobre la calumnia y sus graves consecuencias. ¡Hay que cuidar la lengua! Si vamos más profundo, como mujeres nos hemos dejado influenciar por un movimiento, una doctrina que ha permeado nuestros valores y principios, nos creímos el cuento que el feminismo es a favor de la mujer cuando es todo lo contrario al diseño de Dios para nosotras.
No me mal interprete, yo soy 100% Pro-Mujer, pero yo no soy feminista. Una cosa es defender los derechos de la mujer y buscar equidad y otra muy diferente es atentar contra tu cuerpo, contra los hombres solo por ser hombres y creer que estás mejor sin un ser masculino a tu lado.
Yo creo que una mujer debe tener muy claro cuál es su diseño original dado por el Creador en el principio de todo.
Nuestra identidad como mujeres es clara y establecida desde los inicios del ser humano, está en los primeros capítulos del Génesis.
He pasado mucho tiempo entre feministas, mujeres fuertes de influencia y liderazgo, así que puedo decirte con autoridad como este movimiento feminista aliado a #metoo se ha valido de los logros y la fama de las primeras mujeres de siglos anteriores que abrieron el camino a la mujer y que fueron conocidas como las sufragistas. Mujeres excepcionales, que en nada se parecen a las mujeres que hoy vemos marchar defendiendo la “vida” de otras mujeres, pero pidiendo asesinar a sus propios hijos.
Con este juicio perdió el feminismo que esperaba que la protagonista de este juicio ganara para imponer su falsa y dañina teoría en contra de los hombres. Se ganó la batalla contra un sistema opresor que privilegia a las personas de acuerdo con su sexo.
Para mí entre las muchas lecciones quedaron enseñanzas importantes, algunas de ellas mencionadas por el politólogo argentino Agustín Laje:
1. No todos los hombres son malos.
2. La violencia no tiene género.
3. Las mujeres también pueden ser malas, por tanto, no estamos obligados a creerles por ser mujeres, pues también puede mentir, ser violentas y tóxicas.
4. El feminismo es una ideología perversa que permite a mujeres perversas desquitarse con hombres inocentes y perseguirlos.
Querido lector, hoy más que nunca debemos entender nuestro lugar en este mundo. No podemos ir creyendo todo lo que nos dicen que es para nuestro bien sin llevarlo a la luz de la Palabra. Es tiempo de aprender que todo lo que Dios creó es bueno y tiene un propósito (Génesis 1). Nosotros, los seres humanos, fuimos creados por Dios y tenemos un diseño y un propósito para nuestra existencia.
Como escribió una reconocida periodista recientemente: “hoy no funcionó la lógica binaria que busca instalar el feminismo actual: la mujer es buena, el varón, malo. La mujer es siempre la víctima. La mujer no miente. Todos los varones son violadores en potencia.”
La protagonista compungida escribió en su Twitter: “Estoy aún más decepcionada por lo que este veredicto significa para otras mujeres – en reacción a la sentencia que la obliga a un resarcimiento de 13 millones de dólares por el daño al honor de su ex marido-. Es un retroceso… Hace retroceder la idea de que la violencia contra las mujeres debe ser tomada en serio”.
La periodista argentina Claudia Peiró escribió al respecto: “No es así. Lo que realmente afecta a la causa de las mujeres es la instalación de un clima de odio, desconfianza y recelo hacia el sexo opuesto. El movimiento de liberación femenina de los años ‘60 y ‘70 rechazaba firmemente la acusación de ser una corriente anti-masculina. En cambio, hoy muchas exponentes del feminismo alardean de heterofobia. Bailan al son de ‘El violador eres tú’ y publican libros titulados ‘Hombres, los odio’ (sic)”.
Confío que este pequeño triunfo para las mujeres que creen en el diseño original dado por Dios, que no nos sentimos representadas por el feminismo actual que reduce la historia de la humanidad a la mera explotación de la mujer por el varón, sea un punto de partida para recuperar la familia, el valor del matrimonio, la dignidad de ser mujer y el complemento de hombre y mujer como Dios lo estableció.