Todos los días entran a las oficinas de consejería personas que no le encuentran sentido a sus vidas, que están desgastados psicológicamente y que presentan gran dificultad para levantarse de las situaciones complejas. No hay nada que tú hayas vivido en el pasado o que estés atravesando en el presente o que vivas en el futuro que el Señor no lo pueda comprender porque lo experimentó todo. Ya lo escribió uno de los autores del libro a los Hebreos: “Tenemos un sumo sacerdote, Jesús, el Hijo de Dios, que puede compadecerse de nosotros porque lo pasó todo, pero que a la misma vez todo lo venció” (ver Hebreos 4:15).
Nuestro amado Señor Jesucristo experimentó pruebas y manejó todo tipo de emociones. No hay tristeza que él no entienda. No hay traición que él no haya experimentado. No hay silencio que él no conozca. No hay lágrimas que no valore. No hay ansiedad que él minimice. No hay pérdida que él no comprenda.
Su vida estuvo marcada por desafíos y dolores de toda clase. Pero frente a cada una de estas experiencias y de estos sentimientos, fue y es un gran maestro por su modo de canalizarlos y enfrentarlos.
Jesús utilizó cada uno de los instantes de su vida, cada palabra que dijo y cada una de sus acciones para cambiar el destino de la humanidad. El dividió en dos la historia, revolucionó el mundo con su manera de manejar las emociones, con sus estilos de intervenir con las personas y su forma de proceder ante las situaciones complejas. Él ha revolucionado mi vida también. El Arquitecto del amor nos lleva a derribar las barreras del intelecto, los paradigmas, los dogmas, las costumbres y la lógica para que podamos vivir el hecho de que como el venció, nosotros también podemos vencer.
¡Jesús siempre salió triunfante ante las adversidades! ¡Venció en Getsemaní! ¡Venció la cruz! ¡Venció la muerte!
Cuando el sufrimiento se cruza en nuestro camino y se asoma el frío invierno en el interior de nuestro ser, puede resultar complejo superar las dificultades. Pero podemos desafiarnos a ver e imitar al Maestro de los maestros. Nuestro amado Señor Jesús fue experimentado en todo tipo de quebranto pero nunca se mostró turbado, nunca reflejó que estuviera contrariado. Nunca se rindió. Aceptó la voluntad de Dios.
Características emocionales de Jesús:
-Gran seguridad en sí mismo.
-Sus objetivos estaban claros.
-Habló lo que sentía con autoridad y amor.
-Tomaba decisiones basadas en sus convicciones.
-Estaba libre de preocupaciones sobre si era o no aprobado por los demás.
-Tenía autoridad sobre sus pensamientos.
-Enfrentó sus sufrimientos.
-Argumentaba sobre las cárceles intelectuales y religiosas.
-No consideraba a nadie su enemigo.
-Dependía totalmente del Padre Celestial y esto lo fortalecía.
Estoy absolutamente convencida que las ciencias de la conducta humana tienen mucho que aprender de Jesús. La forma en que él se dirigió a sus seguidores en cuanto la reestructuración del pensamiento, a la modificación de las conductas, las técnicas que utilizó para animar, los métodos para motivar, la exhortación al desarrollo del amor, del perdón y de vivir en paz, es impresionante y también totalmente efectiva. Es imposible conocerle, tratar de imitarle y no ser transformado para siempre. Amo, amo, amo a Jesús, que me entiende.