Hace tiempo, la autora Emily Freeman estuvo en mi programa radial, y ella dijo lo mejor de lo mejor: “¿Es más importante agradar a Dios o confiar en Él?”. Ella continuó diciendo: “Si nos enfocamos en agradar a Dios, rápidamente comenzaremos a esforzarnos; pero si le confiamos nuestra vida a Dios y confiamos por todo lo que Él es, permaneceremos en un lugar de gracia, y lo agradaremos en el proceso” (mi paráfrasis).
Aquí hay algunos detalles que aprendí acerca de reencender mi vida de oración:
Acción de gracias: Casi siempre, cuando siento que el fuego se ha apagado y mi pasión ha menguado, se debe a que he dejado de ser agradecida, he dejado de agradecerle a Dios por todas las bendiciones que disfruto.
Cuando nos enfocamos demasiado en lo que no tenemos y en lo que Dios no está dándonos en este momento, perdemos de vista el hecho de que Dios siempre es maravillosamente bueno, está a nuestro favor en una manera hermosa y nunca nos abandonará. Comienza hoy a agradecerle por todo aquello que te perderías mañana si despertaras y no estuviera ahí.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).
Arrepentimiento: Otro apagafuegos es el pecado y las actitudes egoístas. La Escritura dice que su bondad nos lleva al arrepentimiento. Cuando dedicas tiempo agradeciéndole a Dios, la convicción regresa a tu alma. Da el siguiente paso y atrévete a decir: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24). La confesión es una limpieza, algo hermoso. Dios se acerca especialmente al corazón humilde y arrepentido.
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).
Comprender: A menudo, cuando sentimos que nuestra llama titila y no arde fuertemente, se debe a que nos hemos acercado a Dios solamente por lo que Él puede hacer por nosotros, y no por quién es Él. ¡Una manera segura de avivar nuestra llama espiritual es buscarlo por todo lo que Él vale! Continúa llevándole tus peticiones, pero luego siéntate a sus pies y busca conocer su corazón. Él es quien por su boca hizo los cielos, el Señor de señores, el Rey de reyes, y el Dios de los ejércitos angelicales. Él es alto y exaltado, no obstante está íntimamente presente. Él te ama. Conócelo más y tendrás una mejor comprensión de cómo está obrando en tus circunstancias actuales. Conocerlo mejor es amarlo más, y conocerlo es ser lleno de la plenitud de Él (Efesios 3:14-19).
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia” (Proverbios 9:10).
Afirmarse: Cuando no sentimos la presencia de Dios y no sentimos que sus promesas sean exactamente verdaderas, es hora de afirmarse en la Palabra de Dios, porque es verdadera. Cuando me siento más decaída que animada, me levanto, camino por mi casa y proclamo las promesas de Dios escritas para mi vida: “¡No moriré sino que viviré y declararé las obras del Señor!” (porque batallo con problemas de salud). “¡La gracia de Dios abunda en mi vida para que yo pueda abundar en toda buena obra!” (porque constantemente me siento abrumada).
Cuando me afirmo en las promesas de Dios y mis oídos escuchan a mi boca decir lo que es verdadero, en el tiempo debido, mi corazón cree de nuevo que su Palabra es verdad. Yo te desafío: camina por ahí, zapatea si tienes que hacerlo, y proclama las promesas de Dios. ¡Toma tu posición dondequiera que estés!
“Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas” (Salmo 138:2).
Rendirse: Otra cosa que he observado es que la rendición y la pasión espiritual están cercanamente vinculadas. Cuando me encuentro haciéndome de mi propio entendimiento o cuando confío más en mis temores que en la fidelidad de Dios, es como arrojar una manta mojada sobre mi llama espiritual. ¿Cuál es mi respuesta? Me arrodillo, abro las manos y le rindo todo al Señor otra vez.
Le entrego mis preocupaciones, mis “Y si…”, y los deseos más profundos de mi corazón. Yo solamente estoy lidiando con información parcial y Él sabe lo que es mejor para mí (y para ti). Intenta arrodillarte de verdad, abrir las manos y soltar las cosas a las que has estado aferrándote hasta ahora. Dile al Señor: “Padre, ¿cómo puedo obedecerte en esto? ¿Y qué quieres ser para mí aquí? ¿Mi liberador? ¿Defensor? ¿Torre fuerte? Me rindo a ti. Muéstrame tu grandeza en este lugar”.
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10).
Confianza: Aquí estamos, de vuelta en la confianza. Cuando pierdo la perspectiva de la vida, es porque en algún momento de la línea dejé de confiar en Dios. Aquí hay algunas cosas importantes para recordar:
• Él tiene un plan para tu vida que es el mejor escenario de todos.
• Él es fiel y verdadero, y se ha puesto a tu disposición.
• Él es bueno, bondadoso y verdadero; tú puedes confiar en que Él te llevará seguro a casa.
Tú puedes confiar en Él. Si tu pasión mengua, es hora de volver a involucrar tu corazón, renovar tu mente, humillarte en su presencia y luego levantarte, sabiendo que tú eres suyo y Él es tuyo. Tú eres verdaderamente bendecido.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).
Artículo escrito por Susie Larson, tomado de la “Biblia Mujer en el Espíritu”. Publicada por Casa Creación. Usado con permiso.