En los días en que se escribió este versículo, el escritor estaba trazando un paralelo que se podía entender mucho mejor que hoy. En esos días, los corredores acondicionaban sus cuerpos para una carrera como hacen los atletas de hoy. Pero en el momento de la carrera, se quitaban sus ropas, vestían solamente un taparrabos, y así podían correr sin ningún peso encima. También se aceitaban los cuerpos con aceites finos.
De la misma manera, nosotros necesitamos estar bien aceitados o ungidos con el Espíritu Santo si queremos ganar nuestra carrera. También debemos eliminar de nuestras vidas todo lo que nos estorbe mientras corremos la carrera que tenemos delante.
Hay muchos diferentes estorbos para correr una carrera bien y desarrollar nuestro máximo potencial. El exceso de compromisos es algo que nos impide desarrollar nuestro potencial. Dejar que otros nos controlen nos impide desarrollar nuestro potencial. No saber decir no nos impide desarrollar nuestro potencial. Involucrarse en las metas y la visión de otra persona nos hace enredarnos excesivamente en sus problemas, en vez de mantener nuestros ojos en nuestras metas, lo que también nos impide desarrollar nuestro potencial.
Encuentro que el diablo viene de mil maneras cada semana a estorbarme y meterme en algo que me impida hacer lo que debería hacer. Pueden parecer emergencias, y parece que soy la única que debe manejarlas.
Si queremos hacer lo que Dios nos llamó a hacer, debemos permanecer enfocados, porque el mundo donde vivimos está lleno de distracciones y enredos. Permíteme alentarlo a mantenerse enfocado en el Señor y ser diligente en dejar de lado cualquier cosa que pueda distraerlo o hacerlo volver atrás.
Tomado de “La Biblia de la Vida Diaria”, de Joyce Meyer. Una publicación de Casa Creación. Usado con permiso.