Jesús dijo, refiriéndose a Dios el Padre: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:44-45).
La naturaleza humana busca entender el porqué de un desastre. Las preguntas acribillan nuestros pensamientos: ¿Dios lo está castigando? ¿Lo está probando? ¿Fue usted negligente? Un hombre llamado Job descubrió que es imposible para la mente humana comprender las razones de Dios, porque son parte de un cuadro mucho más grande. Job decidió confiar en Dios, y aprendió que Dios sí provee. “Y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10).
El libro de 2 Reyes y el de 2 Crónicas cuentan acerca de un desastre nacional que tuvo lugar. Los babilonios atacaron la ciudad de Jerusalén. Quemaron el templo, saquearon la ciudad y derribaron sus muros. Los sobrevivientes fueron forzados al exilio durante setenta años. El pueblo había perdido todo, pero Dios proveyó para sus necesidades diarias. Con el tiempo, les permitió volver a su tierra y proveyó para la reconstrucción. Dios se preocupó por su pueblo en los tiempos bíblicos, y aún hoy sigue proveyendo. Dios mueve el corazón de la gente para dar de su tiempo, dinero y posesiones para ayudar a quienes están necesitados. Él siempre cuida de los suyos.
Tomado del libro “100 respuestas a 100 preguntas acerca de las promesas de Dios para usted”, de Lila Empson y Janet Teitsort. Publicado por Casa Creación. Usado con permiso.