La Biblia nos llama nuevas criaturas, una nueva raza de gente que nunca jamás existió. Muchas de las profecías que hizo Jesús con respecto a su iglesia nunca se han cumplido. Las obras mayores de Juan 14:12 aún están por venir sobre una generación entera. Sin embargo, esta es la hora de la que hablaron todos los profetas. Reyes y profetas anhelaron ver lo que nosotros hemos visto. Es importante que digamos sí a todo aquello que ha sido provisto para nosotros por medio de la sangre de Cristo. Ya es tiempo de que el pueblo de Dios se levante como un solo hombre y muestre el poder y la gloria de Dios.
En una ocasión, Jesús le dijo a una multitud: “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis” (Juan 10:37). Los ángeles, los profetas, la naturaleza, las Escrituras, todo daba testimonio de lo que Jesús fue. Aun así, Él estuvo dispuesto a que la credibilidad de todos aquellos testigos estuviese sujeta a una sola cosa: las obras del Padre. Sin cuestionamiento, las obras del Padre a las cuales Jesús se refería son los milagros registrados a lo largo del Evangelio de Juan. Si Jesús no hubiese hecho milagros, no se le hubiera requerido a la gente que creyera en Él. Espero con ansias el día en que la Iglesia, su Cuerpo, haga la misma declaración en el mundo que nos rodea: Si no hacemos las obras del Padre, no nos creáis.
Extracto tomado del libro “Cara a cara con Dios,” de Bill Johnson. Una publicación de Casa Creación. Usado con permiso.